Ofrecer una felicidad incoherente
Así como en el coaching o en la espiritualidad, con el tema del bienestar y la felicidad en la vida y el trabajo sucede lo mismo: hay personas que se aprenden las principales ideas, construyen algún producto o marca, salen a vender como expertos en el tema y logran seguidores, sin encarnar en la vida personal y en las relaciones con los demás aquello que predican.
Esta incoherencia es riesgosa para las personas que enganchan con las ofertas de la industria de la felicidad no encarnada. Predicar y no practicar, hablar y no demostrarlo en los comportamientos cotidianos es entender el bienestar y la felicidad como un negocio o una marca, y no como una actitud existencial ante la vida y ante los otros, demostrable en los comportamientos cotidianos.
Pasa en todos los dominios. Escuchamos a alguien e intuitivamente chequeamos su nivel de coherencia. Algunos criterios para chequear si quienes hablan de felicidad sólo pontifican o verdaderamente encarnan lo que enseñan son los siguientes:
Cumplir esos estándares es difícil para los que hemos dedicado nuestro quehacer al Bienestar corporativo, la Felicidad organizacional y el Liderazgo efectivo para el alto desempeño (LEAD). Es exigente pues requiere consciencia, mucho autoconocimiento y un trabajo personal sistemático y profundo para:
Quien no hace este profundo trabajo de evolución e integración personal no logrará sostener el discurso y la incoherencia se traducirá en inefectividad de resultados y relaciones, más temprano que tarde. Nadie da lo que no tiene en sí mismo.
Cada vez que tengo el gusto de conocer a personas coherentes pienso en los criterios antes mencionados y me parecen estándares para una vida plena y consciente.
Esa es la tarea. Construir dentro de cada uno y en la red de relaciones estas formas de vida. Parecernos cada día más a los patrones de la naturaleza y la biología: armónicos, integrados, con ritmos que no se pueden acelerar, en red y un equilibrio sistémico sorprendente.
Esta incoherencia es riesgosa para las personas que enganchan con las ofertas de la industria de la felicidad no encarnada. Predicar y no practicar, hablar y no demostrarlo en los comportamientos cotidianos es entender el bienestar y la felicidad como un negocio o una marca, y no como una actitud existencial ante la vida y ante los otros, demostrable en los comportamientos cotidianos.
Pasa en todos los dominios. Escuchamos a alguien e intuitivamente chequeamos su nivel de coherencia. Algunos criterios para chequear si quienes hablan de felicidad sólo pontifican o verdaderamente encarnan lo que enseñan son los siguientes:
- Actitud personal tranquila, dialogante, positiva y presente.
- Propósito personal guiado por valores inclusivos y trascendentes, donde los objetivos personales son sólo una parte del sentido existencial. Una ética cordial.
- Alta calidad de la presencia ante otros. Los demás se siente vistos y considerados.
- Sensibilidad ante las necesidades de los otros, disponibilidad para ayudar en la satisfacción de éstas y capacidad de responder efectivamente.
- Relaciones interpersonales confiables, horizontales, respetuosas y colaborativas.
- Capacidad de escuchar y conectar empáticamente con otros, sabiendo que de la red de relaciones segura y confiable emerge la co-construcción de lo nuevo, innovador, colaborativo y efectivo.
- Manejo de conflictos que busque una solución consensuada y beneficiosa para las partes.
Cumplir esos estándares es difícil para los que hemos dedicado nuestro quehacer al Bienestar corporativo, la Felicidad organizacional y el Liderazgo efectivo para el alto desempeño (LEAD). Es exigente pues requiere consciencia, mucho autoconocimiento y un trabajo personal sistemático y profundo para:
- Desaprender los patrones arrogantes, autoritarios, individualistas y de abuso del poder imperantes en varios de nosotros.
- Evolucionar hacia patrones integrados, respetuosos, horizontales, inclusivos y efectivos.
Quien no hace este profundo trabajo de evolución e integración personal no logrará sostener el discurso y la incoherencia se traducirá en inefectividad de resultados y relaciones, más temprano que tarde. Nadie da lo que no tiene en sí mismo.
Cada vez que tengo el gusto de conocer a personas coherentes pienso en los criterios antes mencionados y me parecen estándares para una vida plena y consciente.
Esa es la tarea. Construir dentro de cada uno y en la red de relaciones estas formas de vida. Parecernos cada día más a los patrones de la naturaleza y la biología: armónicos, integrados, con ritmos que no se pueden acelerar, en red y un equilibrio sistémico sorprendente.
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