Ignacio Fernández Reyes

Me faltan palabras para decir que siento que el misterio del Universo abre mágicamente las posibilidades de la Vida cuando trabajo conmigo mismo y logro la tríada de conexión: mente en silencio, cuerpo centrado y emociones tranquilas. En ese estado de conciencia pareciera que el Universo se encarga de cómo traerme oportunidades y puertas inesperadas que se abren. Es loco esto. Muchas veces trabajé intensa y tenazmente por lograr ciertas posibilidades y no se dieron. En esos tiempos no tenía esta idea de que yo soy el que tiene que generar las condiciones en mi para que lo Superior se exprese mediante mi yo exterior y, de algún modo, opere su perfección mediante mi Ser. Es sentirme un instrumento de la Presencia. Y uno recibe lo que da. Cuando entrego obediencia, recibo obediencia a mis decretos y pedidos. Cuando entrego convicción, recibo señales. Cuando entrego generosidad, recibo abundancia. Cuanto entrego pasión, recibo cariño y luz de los otros. Cuando pienso expansión, se mutiplic

La evidencia en management muestra los últimos años que son los directivos que tienen un trabajo personal sistemático orientado a su evolución como seres humanos, aquellos que generan las mejores condiciones organizacionales y los mejores resultados. Son resultados de rentabilidad, de cultura interna sólida, de procesos de trabajo en permanente mejoramiento, de clientes satisfechos y de trabajadores que valoran trabajar en una ambiente adulto. Es lo que hemos llamado gestión del sí mismo e innovación personal. Esta idea le hace pleno sentido a las personas cuando esto es comentado en conferencias y cursos. Es un sentido experiencial, sienten que eso es lo correcto y que la tendencia que se viene es integrar gestión del sí mismo y gestión organizacional, entendiendo que son parte de lo mismo. La pregunta que siempre se hace es ¿quién conocido refleja esto? Y es difícil responder eso entre los directivos chilenos, pues existe un cierto recelo a este tipo de ideas y porque los líderes que