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Mostrando las entradas de junio, 2011

El oportunismo amoral en La Polar

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Las causas basales del escándalo producido en La Polar son la codicia, la ambición desmedida, la sola preocupación por la propia riqueza y la desconsideración absoluta por los clientes. La pregunta es qué causa estas actitudes, de dónde provienen, qué hizo que los directores y ejecutivos de La Polar llegaran a tomar las decisiones que tomaron. No queda otra que indagar en la educación y formación valórica de estos profesionales, tanto su educación familiar y escolar como la formación de negocios que tuvieron en las universidades. ¿Qué pasa en el sistema educacional chileno que los valores quedan en el ámbito del intelecto, de la prédica y de lo socialmente deseable, sin encarnarse en las decisiones cotidianas, en las prácticas de gestión de los ejecutivos ni en los comportamientos más triviales? ¿Será que la empresa es vista como un espacio libre de ética personal y colectiva, donde lo que no está legalmente prohibido está permitido?  Parece que los valores son aplicables para otros

El "accidente" de La Polar

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Es sorprendente que el ministro Fontaine haya dicho que lo sucedido en La Polar es un accidente. Los accidentes son involuntarios, muchas veces poco predecibles, pillan desprevenidas a las personas y no se pudo planificar ni anticipar soluciones paliativas a los daños causados. Ninguna de estas características de un accidente están presentes en La Polar. Fue una estrategia gerencial pensada, planificada y deliberadamente implementada, aunque ahora muchos de sus dueños, directores y accionistas mientan y aleguen desconocimiento y desinformación para salvar el pellejo ante las demandas legales que se les vienen. Desde la mirada de la opinión pública importa poco lo que digan. Poquitos les creen.  Las decisiones tomadas por los ejecutivos de La Polar están en el centro de la estrategia del negocio y es obvio que fue debatido y acordado, aunque ahora se pretenda posicionarlo a nivel de los gerentes, cortándose el hilo por lo más delgado. Sabían perfectamente lo que hacían y los riesg

La urgencia de un nuevo concilio

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La iglesia católica es una de las organizaciones con mayor presencia en los últimos 2000 años, por lo que su realidad influye la vida y pensamientos de grupos numerosos de personas. Su opinión, crecientemente devaluada, sigue siendo escuchada por importantes grupos de poder político, cultural y económico, nos guste o no. Una crítica frecuente a la iglesia católica es su lentitud para cambiar y su dificultad para leer los signos de los tiempos. Sus representantes se defienden con un argumento que invita al inmovilismo: la iglesia ha resistido los embates históricos por su apego a la tradición y a las ideas de los primeros concilios. Es decir, estamos aquí porque hemos cambiado poco, con apego a la doctrina. Mucha de esa doctrina se generó en los concilios, las reuniones en que los obispos se ponían de acuerdo sobre cómo sostener la sobrevivencia de la iglesia. Se les tiñe de un halo exclusivamente espiritual y teológicamente se afirma que en los concilios al estar presente el espírit