Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2019

Las perversiones de la jerarquía

Imagen
La forma más habitual de organizarnos es la jerarquía, ya sea en la familia, las organizaciones públicas y privadas, las instituciones o casi cualquier sistema humano. Para algunos es una manera obvia e incuestionada de articularnos, pues “siempre ha sido así”. Dado que conocemos los modelos y patrones jerárquicos, los reproducimos. La jerarquía tiene ventajas: entrega orden; establece la estructura; divide el trabajo; nos asigna roles, responsabilidades y funciones específicas que nos permiten entender nuestro lugar en la organización; define las formas de coordinación; permite planificar, organizar, dirigir y controlar el trabajo, los procesos y las personas; facilita los presupuestos y el control de gestión; unifica las decisiones; genera direccionamiento y alineamiento organizacional; mantiene el status quo; y opera bien en contentos predecibles. La jerarquía se consolidó organizacionalmente con la administración científica de Taylor y Fayol, la división extrema

Seguridad psicológica como base del despliegue en la vida y el trabajo

Imagen
John Bowlby, psicoanalista inglés, fue quien a fines de los años 60 crea las bases de la Teoría del Apego, enfatizando la centralidad de la relación entre madre e hijo como base de la salud mental del niño. Investigaciones posteriores estudiaron los patrones de apego en adultos, llegando a la conclusión que la seguridad psicológica es el resultado de una relación afectiva confiable y cercana, en cualquier edad. Lo que sucede con los niños también ocurre en los adultos: necesitamos figuras de apego para desplegarnos con confianza y efectividad. Movernos sanamente en el mundo se hace desde lo afectivo y la certeza de los vínculos. Las emociones son las que operan como amplificadores o inhibidores de nuestras capacidades cognitivas y técnicas, siendo una palanca clave de la efectividad personal y grupal. Las emociones individuales y colectivas determinan la calidad de los resultados. Inés di Bártolo, en su libro “El Apego”, concluye que las condiciones para crear seguridad psicológ