Ignacio Fernández Reyes

No hay materia más delicada ni peligrosa de conducir, ni más incierta de lograr, que liderar el cambio. El que innova tendrá como enemigos a todos aquellos que están cómodos con el orden establecido y sólo un tibio soporte de aquéllos que podrían estar mejor. Tibio por el temor a adversarios que tienen el poder de su lado y por la incredulidad humana que nunca aceptará nada nuevo hasta verlo demostrado por los hechos (Nicolás Maquiavelo)

Escasas veces he tenido conciencia de estar ante un día que representa un cambio en mi vida. Hoy, 15 de mayo de 2008, lo siento así y es una conjunción alquímica de decisiones, sincronías y respuestas de otros, de las más amorosas y de las otras también. Mi decisión existencial de hace 4 meses se resume en querer caminar por la vida "ligero de equipaje", parafraseando a Tony de Mello. Es un gran cambio de vida , pues significa vender mi casa y irme a otra más pequeña para bajar el dividendo, vender otros bienes, orientarme a Trust & Placement y al placer de la universidad (para saciar mi necesidad trascendente de investigar, escribir y crear con otros), cerrar un negocio familiar que heredé hace años (con todo el dolor y el quiebre transgeneracional que eso significa) y concentrar mi energía en pocos proyectos, los del alma. Es vivir en el presente y en el desapego, en concreto, no en la poesía y la metáfora. Escrito así suena bien. El proceso ha sido largo, muy difícil p

El otro día fui invitado por Luz Eugenia Mundaca a dar una clase con los profesionales que comienzan su formación en el Diplomado en Liderazgo y Coaching de la Adolfo Ibáñez. Compartimos contenidos que normalmente no se comentan en contextos universitarios y me encantó la sensación de cercanía y familiaridad que hubo. Las personas resonaron con lo conversado y vi en ellos ese fondo existencial que los mueve a buscar caminos de expansión. Es otra confirmación más de las grandes avenidas que se abren ciertas e incontenibles en la automaestría que muchos anhelamos. Estábamos de acuerdo en que si bien el cambio social y organizacional sería óptimo que fuese hecho por "las instituciones" o los dueños y ejecutivos de las empresas (cambio de afuera hacia adentro), el único cambio en el que podíamos tener certeza de efectos y de gestionarlo es el cambio personal, ese de adentro hacia afuera. Sólo amplificando la propia luz podremos iluminar a los otros para que a su vez busquen dentr