¿Qué tipo de liderazgo muestra el Papa Francisco en su carta a los obispos chilenos?

La carta del Papa Francisco mostró un estilo de liderazgo infrecuente. Lo esperable era que desde la jerarquía - la cabeza de la Iglesia - emitiera su veredicto, ordenara sanciones, instruyera cambios y delegara en el episcopado chileno su implementación. Así lo haría cualquier jefe tradicional, aún más en una organización donde la tradición de siglos se usa como criterio para explicar su larga existencia. Que decida el jefe es cómodo para los que están bajo su mando, pues permite que no se hagan cargo de sus responsabilidades ni que aprendan de sus errores.

La carta del Papa Francisco devela una concepción de liderazgo en red. Establece el diagnóstico con claridad, reconoce los hechos, pondera la extrema gravedad sobre las víctimas y muestra humildad al pedir perdón. Es el primero en auto corregirse.

Con esto establece el contexto de verdad, el tono emocional de humildad y la expectativa de apertura a la que los obispos chilenos deben entrar. Desde esta posición, invita a la curia local a discernir en conjunto las acciones necesarias para hacerse cargo de los múltiples efectos de un comportamientos sistemático de ocultamiento de abusos sexuales y de desprotección a las víctimas por parte de la jerarquía de la Iglesia chilena. 

En vez de usar la verticalidad invita a la reflexión horizontal. En vez de decidir solo, abre espacio de participación que empuja a los obispos a reflexionar, involucrarse, hacerse cargo, pensar en estrategias de reparación y en el rediseño que la Iglesia local debe hacer en sus estructuras, procesos y, especialmente, en la actitud y los comportamientos excluyentes y protectores de los victimarios que se comienzan a develar.

Impensadamente se abre una posibilidad de mejoramiento organizacional en la Iglesia chilena. Para que el liderazgo sugerido por el Papa en esta carta adquiera peso real y aplicación práctica será interesante ver las consecuencias que habrá, desde las sanciones a personas a los cambios organizacionales.

Para que el perdón sea real, la oferta de reparación debe ser proporcional al daño causado, y debe ser aceptado por las víctimas. Esperemos que esta invitación a un liderazgo colectivo sea bien leída y bien aprovechada por los obispos, se plasme en consecuencias observables y sea el augurio de algunas y transformaciones en la forma de aproximación de la jerarquía a las personas. 

Desde el liderazgo efectivo parece un giro bien orientado: firme y claro en la dirección que se requiere, y cercano, participativo, humilde y horizontal en la actitud a la que se invita. Conceptualmente es una gran invitación. Veremos cómo se despliega en los hechos, pues ahí su juega su coherencia.

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