Una vida significativa
Las investigaciones iniciales sobre felicidad asociaron la
satisfacción con la vida placentera, aquella marcada por una mayoría de emociones
positivas, alegría por sobre tristeza y un predominio del ánimo optimista por
sobre el ánimo bajo.
Esta visión de la felicidad se mostró inefectiva para explicar
la vida de las personas, pues cerca del 50% de las personas declara sentir un
ánimo bajo marcado por emociones negativas o displacenteras. ¿Significa eso que
están condenados a la infelicidad? Con la idea anterior así era. Los
investigadores se dieron cuenta que la idea de felicidad asociada solo a emociones
positivas era estrecha y dejaba fuera a muchas personas.
¿Qué pasa con las personas que reportan tener una vida llena de
trabajo con sentido, de alta significación, no obstante su estado de ánimo no
es alegre ni optimista? ¿No son felices? ¿O esos padres que trabajan intensamente
para mantener a duras penas a sus hijos y con sacrificio y entrega logran que
sean profesionales, no obstante su vida ha estado marcada por el rigor, escasos
espacios para el disfrute y poca posibilidad de alegría duradera? ¿Tampoco son
felices?
Conceptualmente la idea de felicidad quedó chica, pues al ser sinónimo
de vida placentera redujo mucho los diferentes aspectos que nos hacen felices a
las personas. Como dice Martin Seligman, la Psicología Positiva está
actualmente orientada a la teoría del bienestar y a la promoción del desarrollo
humano, más que la orientación a la felicidad que tuvo en los inicios del 2000.
Los indicadores del bienestar y desarrollo humano se asocian al florecimiento
individual, relacional y social.
La idea de bienestar y florecimiento humano contiene las cinco
dimensiones del modelo PERMA de Seligman (P de emociones positivas, E de engagement o entrega, R de relaciones
positivas, la M de meaning o sentido
y la A de achievement o logro). La felicidad sería uno de los indicadores de
la P, las emociones positivas y su dulce sabor de vida placentera, alegría,
luminosidad, expansión y optimismo.
Lo interesante es que existen personas que alcanzan un valor
promedio en emociones positivas, no particularmente alegres, con un estado de
ánimo más bien estable e incluso plano, y una percepción personal de alto
bienestar. Es decir, respecto de PERMA muestran bajas emociones positivas y, a
la vez, tienen alto nivel en entrega, sentido, relaciones significativas o
logro.
Concentremos la atención en personas con un alto nivel de
entrega por los demás, donde aquello que hacen va más allá del ego y el fruto
de su acción sirve y beneficia a otros, no obstante en su cotidianeidad no haya
demasiadas emociones positivas. Por ejemplo, una persona que es la encargada de
una casa de acogida de niños huérfanos, operando como padre-madre sustituta. O
esas personas que sienten que tienen una misión que cumplir en el mundo
mediante el ejercicio de una profesión u oficio que nos les gusta
especialmente, aunque se sienten mandatados a hacerlo, dejando una borra
cotidiana de tedio, aunque cargada de sentido trascendente. O ese empresario
que está obsesionado con el logro de la riqueza en sí misma y que hace todo por
conseguirlo, no obstante su vida puede ser difícil, solitaria y poco placentera
por la propia mirada ascética de la vida.
La felicidad no deriva sólo de una vida placentera. Es uno de
sus componentes y, probablemente, no el más importante. La percepción de
bienestar y crecimiento personal tiene más que ver con llevar adelante una vida
significativa, es decir, una vida de entrega a objetivos transpersonales que
vayan más allá del yo, con relaciones sociales relevantes y cuidadas, y con un
proyecto de vida claro respecto del sentido que se está construyendo.
Son muchas más las personas que transitan los caminos de la vida
significativa que las personas que sienten una vida placentera. El óptimo sería
que ambos fuesen de la mano, no obstante el bienestar deriva primordialmente de
una vida con sentido, con significación social del propio quehacer, una
interpretación trascendente de los roles que ejecutamos en el mundo exterior y
la construcción de vínculos empáticos con los otros.
¿Quién es más feliz, una persona con una vida placentera y
carente de entrega a otros y sentido, o una persona que trabaja con esfuerzo,
dedicación y rigor aunque su vida tenga poco disfrute y positividad? Al final
del día, ¿quién se sentirá mejor con la vida?
El bienestar personal está marcado por una vida significativa,
más que por una vida sólo de emociones positivas y disfrute egocéntrico. Ello
se movería sólo en la línea hedonista. El servicio, la entrega a otros y la
empatía son el trazador de una vida significativa, ya sea mediante el trabajo,
la familia, las relaciones significativas o el logro. El florecimiento humano
es mucho más que emociones positivas. Es acción con significado, sentido,
servicio, entrega, gratitud, compasión y empatía. Desde el yo a los otros,
amorosamente.
Comentarios
Muchas gracias por tus aportes, excelente tu publicación. En relación a las emociones positivas y la fórmula de Losada de 3/1. Cómo impacta la intensidad de las emociones en esta fórmula. Por ejemplo una emoción negativa de alta intensidad se compensa con emociones positivas de cualquier intensidad??
Me encantaría saber tu comentario
Gracias,
Un abrazo.