Focos de efectividad personal

La efectividad organizacional ocurre cuando se logran buenos resultados en 3 focos simultáneamente: estrategia, ejecución y gestión de personas. Son tres focos concurrentes e intencionados al mismo tiempo. No se saca nada con tener una excelente estrategia si la ejecución no sucede ni se plasma en procesos operacionales con altos estándares de excelencia. Tampoco sirve tener procesos excelentes si no se sabe hacia dónde se dirigen el propósito y las metas organizacionales, o si el bienestar de las personas (reflejado en el clima laboral) está deteriorado.

Se puede tener un excelente clima laboral, sin embargo los resultados financieros, de clientes o de procesos pueden ser malos al no tener bien afinada la estrategia o las prácticas de ejecución. Eso se observa en algunas empresas que tienen buenos lugares en los rankings de las mejores empresas para trabajar, derivada de la percepción de los trabajadores sobre el clima de su organización, y no obtienen los resultados financieros esperados.

Sólo el buen clima no basta para alcanzar altos estándares. Este foco esencial es necesario que esté simultáneamente acompañado de una estrategia clara y comunicada, y de una ejecución impecable, con procesos simples, efectivos y coordinados. La efectividad organizacional es una consecuencia natural de la excelencia simultánea y balanceada de la estrategia, la ejecución y la gestión de personas.



A las personas nos sucede del mismo modo. Si queremos ser efectivos es necesarios que nos concentremos en desarrollar estos 3 focos al mismo tiempo, que en lenguaje individual son: sentido, hábitos y gestión del sí mismo y los vínculos.

El sentido es el norte propio, ese horizonte que nos inspira y nos mueve a lograr nuestros más altos fines. Esta dirección existencial individual configura el camino que transitamos en la vida y orienta no sólo hacia dónde nos dirigimos, sino cómo lo hacemos. Es la estrategia personal para lograr mis sueños, deseos y planes. Implica visualizar el estado deseado, aquella persona que quiero ser en 3 ámbitos: individual, relacional y trascendente.

Tener esta claridad de propósito es una condición necesaria e insuficiente. Para que se haga realidad es fundamental tener un alto nivel de ejecución personal, prácticas individuales cotidianas que den cuenta observable de esas buenas intenciones del sentido personal. Son los hábitos personales. Estos revelan cómo estamos ejecutando nuestro plan personal y le dan realidad y sustento. Sin hábitos concretos, diarios y perdurables, el horizonte de sentido personal se diluye entre las buenas intenciones y pasa a ser una quimera inalcanzable.

Los hábitos son las habilidades y capacidades personales que operacionalizan mis metas. Son el músculo y la transpiración que me acercan a la persona que quiero ser. La efectividad personal será escasa si no desarrollo los hábitos y capacidades de acción en mi vida, aunque tenga un horizonte claro y sea potencialmente talentoso.

La calidad de los hábitos personales dan cuenta de la capacidad de ejecución individual para alcanzar el propio sentido. No es cualquier hábito. La ejecución será excelente si los hábitos son saludables y sostenidos en el tiempo. Al igual que en una organización, para lograr una impecable ejecución personal es necesario contar con un plan operacional individual que tiene 4 focos:
  1. Identificar el estado deseado, es decir, actualizar los hábitos a la persona que quiero ser.
  2. Identificar mis hábitos y prácticas inefectivas y poco saludables.
  3. Definir nuevas prácticas.
  4. Diseñar y ejecutar un plan de aprendizaje y cambio, para instalar los nuevos hábitos.

El tercer foco para lograr efectividad personal es la gestión del sí mismo y de los otros, que implica un alto nivel de autogestión emocional y una activa gestión de los vínculos. Así como el clima es un excelente indicador de la gestión de personas en una organización, la positividad y la percepción del bienestar subjetivo individual son los indicadores de una excelente gestión de mi mismo y de los demás.

La efectividad personal es una consecuencia natural de la excelencia simultánea y balanceada del sentido personal, los hábitos y la gestión del sí mismo y de los vínculos.




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