Una nueva mayoría entre cuatro paredes
Se cumplió
el plazo para inscribir en el SERVEL las listas de los distritos en que los
partidos políticos realizarán primarias parlamentarias. El único partido que
usará este nuevo mecanismo legal es RN. El resto de los partidos seguirán
usando la vieja práctica de elegir “por mecanismos internos”, es decir, entre
cuatro paredes y de espaldas a la ciudadanía.
¿Qué es lo
que no entendieron los partidos del mensaje claro de las movilizaciones
ciudadanas del 2011 y que mantienen vigencia hoy en día? Esta sordera se hace
derechamente impresentable en la Concertación, quien para hacerse nuevamente
del poder ejecutivo ha levantado la consigna de la construcción de una nueva
mayoría.
La nueva
mayoría significa al menos tres cosas: acoger y asumir las ideas mayoritarias
de los movimientos sociales, generar mecanismos institucionales de
participación donde la representación de las personas tenga mayor similitud con
la representación parlamentaria, y traducir esas ideas en leyes concretas que
hagan que las reglas del juego se ajusten a los signos de los tiempos.
Parece que
de estos tres aspectos a la Concertación sólo le interesa mostrarse sintonizada con las ideas de la mayoría de las personas.
“Hace como” que entiende y que generó convicción de los cambios que se esperan.
Pero esa identificación con las ideas y las palabras de “la mayoría” es claramente
falsa o usada como una estrategia electoral al no manifestarse en la
inscripción a primarias parlamentarias.
Para
chequear la autenticidad de las personas, simplemente comprobamos la coherencia
entre el discurso y la acción, teniendo mayor valor el comportamiento, pues son
los actos los que revelan las convicciones reales. Los actos son difícilmente
manipulables. Las palabras son maleables, marketeables y usables para conseguir
objetivos de propia conveniencia.
Este
comportamiento de los partidos de la Concertación se contradice abiertamente
con su discurso de nueva mayoría. Este desacople muestra que las estructuras de
los partidos están obsoletas y que no logran adaptarse a las demandas de
transparencia, participación y representatividad de los electores. También
revela las ansias de seguir apernados en el poder de muchos diputados y
senadores, siendo más importantes sus intereses personales que los intereses
colectivos.
Organizacionalmente
es un sistema que no aguanta mucho más con esta falta de representatividad.
Ingenuamente pensé que movimientos como el de Giorgio Jackson tendrían espacio
institucional dentro de las primarias. Pero no. Fueron compromisos vanos para
dilatar o esconder posiciones.
En la hora
del test de la blancura y de mostrar consistencia con las demandas de las
personas, sale el mismo repertorio oscuro de decidir entre cuatro paredes, con
los usuales poderes fácticos y repartiéndose la torta entre los mismos. Por eso
no han cambiado el binominal. Porque no le conviene a ninguno de los
anquilosados en el poder legislativo.
Esta señal
es potente y clara para quienes no militamos en partidos, creemos en la
política institucional como medio de sostener la democracia y en los
parlamentarios como representantes reales del sentir y pensar de su electorado.
Como ello
no está sucediendo, los parlamentarios de todos los partidos (incluida la UDI y
el pobre espectáculo que dieron con Golborne y Longueira) nos llaman a no
creerles, a mirar sus actos y no sus discursos, y a mantenernos movilizados.
La
inconsistencia de todos los partidos nos invita a potenciar la manifestación
social activa de la ciudadanía como la única forma de que las instituciones
políticas entiendan realmente que si no acogen la voz y las demandas
mayoritarias, esa expresión se manifestará mucho más allá del voto.
Crecientemente las personas estamos entendiendo que participación ciudadana no
es sólo votar, sino manifestarse, marchar y exigir cambios concretos en la
estructura de los partidos, del parlamento y en una generación de leyes que sea
consistente y proporcional al sentir de la mayoría de los chilenos.
Al no
inscribir las candidaturas para primarias parlamentarias, se revela que la
elite política de todos los partidos está de espaldas a la ciudadanía, sorda,
arrogante, clasista y sin darse cuenta de la transformación cultural que llegó
para tiempos más inclusivos y comunitarios. O cambian o los cambiaremos. Puede
que no sea rápido, pero los terminaremos cambiando. A veces el río avanza
lento, pero su avance no se detiene.
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