El ejemplo de Paulsen


Como personas y como sociedad somos rápidos e intensos para criticar, denostar las opiniones del que piensa diferente, y atacar a las personas que nos asustan y nos mueven el piso de nuestras creencias con la claridad de sus argumentos. Culturalmente nos interesan más los defectos que las fortalezas. Miramos mucho más la escasez que las posibilidades. Predominantemente miramos el vaso medio vacío.

Cuando nos equivocamos y nuestra conducta produce algún daño a los demás, la mayoría busca explicaciones para zafar de su responsabilidad. El cojo le echa la culpa al empedrado. Externalizamos la responsabilidad y mostramos arrogancia al no asumir nuestra conducta dañina. Ejemplos hay muchos, desde el no reconocimiento del gobierno militar a la política de asesinatos y tortura que tuvo con los disidentes con su forma de ver el mundo hasta la conducta permanente de ataque y ninguneo cotidiano que hacen los políticos con los de la vereda opuesta. Al interior de nuestras casas pasa a cada rato. Somos opinólogos de todo y nos creemos con la verdad de cada tema.

Tenemos pocos ejemplos de personas que reconozcan sus errores, hagan una autocrítica profunda, evalúen el daño que produjeron en el otro y ofrezcan una disculpa productiva que esté al mismo nivel del daño. Eso es ofrecer perdón. 

Dada esta orfandad de ejemplos es necesario destacar la grandeza del comportamiento de Fernando Paulsen en la última edición de Tolerancia Cero de Chilevisión. Con un autocrítica sorprendente, reconoció públicamente sus errores profesionales en la entrevista con Pablo Longueira, se fustigó con palabras duras, no buscó ninguna explicación externalizadora, cuestionó su forma de entrevistar, ofreció disculpas a Longueira, su familia y su partido, pidió perdón a su propia familia y declaró humildemente que espera aprender de este error.

Más allá de los juicios o prejuicios que cada persona pueda tener de Paulsen, este comportamiento lo engrandece. Los de mirada de vaso medio vacío dirán que fue una táctica preparada para no pelearse con los poderosos, quitando mérito a su reconocimiento y perdón.

Ofrecer disculpas del modo en que lo hizo Fernando Paulsen requiere la capacidad de mirar la vida desde la responsabilidad individual y, lo más difícil, tener la capacidad emocional de dejar el ego y la soberbia de lado para reconocer el error. La humildad es escasa pues requiere la seguridad emocional de dejar comportamientos históricos o las ventajas de la posición social, profesional o de poder en la que se esté. 

El trasfondo emocional de la conducta de Paulsen es lo más destacado y lo que le da coherencia a su disculpa. Sus palabras fueron acompañadas de una gestualidad acongojada, de una corporalidad humilde, de un tono de voz pausado y de una mirada tranquila. Hubo coherencia entre lo dicho y lo sentido.

El error de Paulsen con Longueira fue un abollón a su imagen e identidad pública, que con el comportamiento de ofrecer perdón del modo en que lo hizo, demuestra que en su interior, en la gestión de sí mismo, existen bases de grandeza para reinventarse desde la humildad y la seguridad emocional. Infrecuente y de alto valor humano. 

Si alguien quiere aprender y enseñar cómo se ofrecen disculpas, la conducta de Paulsen es un potente ejemplo de aprendizaje.

Comentarios

Felipe Landaeta dijo…
Súper interesante, para aprender y re-aprender.

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