El impacto de las emociones positivas
Barbara Fredrickson, psicóloga estadounidense y una de las más
destacadas investigadoras sobre Psicología Positiva a nivel mundial, concentró
la atención de sus estudios en el efecto de las emociones positivas y negativas
sobre el desarrollo personal.
Se identificó que las emociones positivas muestran dos efectos
sobre las personas: el efecto de reversión (revertir las emociones negativas) y
el efecto espiral (impulsar un desarrollo personal ascendente y en espiral,
ampliando exponencialmente nuestras posibilidades).
Las investigaciones mostraron la relación entre emociones,
pensamientos, posibilidades y resultados. Para explicar estos hallazgos, Fredrickson
elaboró la teoría de la apertura y desarrollo personal (Broaden-and-build theory, publicada
en el artículo The value of positive emotions en la revista American Scientist,
volumen 91 de julio-agosto de 2003.
Resumiendo
este trabajo y algunos hallazgos personales posteriores, las personas abrimos o cerramos
nuestras posibilidades en la vida de acuerdo a la siguiente secuencia:
Si mi sentimiento es positivo se expanden las experiencias y
emociones positivas, anclando un pensamiento optimista y amplio. La consciencia
se amplía, se “ve” más, la energía disponible es percibida como tal y no
funciono con anteojeras mentales que cierran mi percepción de la realidad ni
las posibilidades disponibles. Tengo visión amplia.
Es interesante la relación entre pensamiento y sentimiento, que
es mutuamente condicionadora. Un pensamiento positivo o negativo generará
emociones en esa misma vibración, mientras estados de ánimos positivos o
negativos son el caldo de cultivo para pensamientos equivalentes. Si bien han
existido debates en la psicología sobre qué es primero, si el sentimiento o el
pensamiento, lo relevante es que gestionando cualquiera, el otro se alinea en
la misma dirección.
Emociones positivas producen pensamientos positivos, mientras
los pensamientos optimistas fortalecen el sentimiento expansivo. Es clave el
poder del sentimiento, el poder realizador de aquello que diseñamos y pensamos
para nuestra vida. Como comentamos en una columna anterior, el cerebro diseña y
el corazón realiza.
El ánimo positivo genera un pensamiento amplio y expandido, que
a su vez fortalece nuestro entramado emocional positivo. En esta condición
hacemos un buen uso de nuestras capacidades y recursos personales, expandiendo
la aplicación de nuestras fortalezas en la vida cotidiana. El sentimiento
positivo es el amplificador de nuestros recursos personales.
Usando nuestros talentos y fortalezas en un alto nivel, las
posibilidades se abren, las oportunidades aparecen y las relaciones con
personas y equipos de alta positividad ocurren con mayor probabilidad, por
encaje de sintonía emocional. La conexión con otros nace desde la emoción
positiva y se sostiene desde el sentido compartido.
Cuando se articulan estas posibilidades ampliadas, nuestra acción
es más efectiva, nos genera satisfacción, logro y felicidad, y permite que se
avance a nuevas espirales positivas, nuevos peldaños en la escalera del
desarrollo personal y relacional. Este avance y transformación son en espiral
ascendente, impulsándonos hacia arriba a lo nuevo y más evolucionado. La
espiral opera como un imán y tiene ese poder de atracción. Nos atrae, convoca y
hace girar en torno a lo positivo, un núcleo poderoso. Nuestro aprendizaje va
hacia mayores capacidades y posibilidades, manteniendo la energía por el bombeo
del combustible emocional positivo, que se retroalimenta y autogenera en altos
niveles de sentimiento positivo.
Esto tiene directa relación con la tasa de positividad /
negatividad de Marcial Losada, quien mostró que la vida se amplía y expande en
la zona de florecimiento humano (entre 2,9 y 11,6 actitudes positivas por cada
actitud negativa) y que la vida oscurece, pone plana, sin desarrollo y marchita
en la zona de languidecimiento humano (bajo 2,8 actitudes positivas por cada
actitud negativa o cuando la negatividad es mayor a la positividad).
Así como existe una espiral emocional ascendente existe una
descendente, una cuesta abajo en la rodada que nos puede hacer llegar al hoyo
oscuro de nosotros mismos. También opera como imán, atrayéndonos hacia lo
negativo. La secuencia es la misma que con lo positivo, pero en esta tonalidad
mustia, baja y alejada de lo que queremos para nuestra vida.
Un sentimiento negativo sostenido construye un estado de ánimo
negativo, que va acompañando de pensamiento pesimista y restringido. Todo se
mira con los lentes de la negatividad. Se hace una anticipación catastrófica
del futuro, el pasado se interpreta de forma flagelante y victimizada (¿por qué
me pasan cosas malas a mí, que soy bueno?) y se comienza a vivir en el miedo y
el egoísmo. Los pensamientos hacen que la mente “recorte” esa parte de la
realidad que queremos ver y casi toda la percepción se vuelve gris y
amenazante.
Desde ese pensamiento limitado y contraído nos hundimos aún más en
estados de ánimo negativo. Ese sentimiento no nos permite un buen uso de
nuestros talentos personales, nuestras capacidades de acción se reducen, nos
atrevemos poco y no nos damos la oportunidad de desplegarnos. Es una secuencia
negativa. Todo funciona mal.
Si no ponemos nuestras fortalezas en acción naturalmente las
posibilidades se estrechan y cierran, generándose malos resultados, pobres
relaciones con los otros y desempeños laborales mediocres, profundizándose el
ánimo depresivo. Se observa que quienes viven permanentemente en espirales
negativos y descendentes consolidan trastornos depresivos.
Esta secuencia del impacto de las emociones positivas y
negativas nos permite identificar e intervenir en aquellas etapas que
consideremos críticas para nuestro desarrollo.
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