Somos transformados


Eckhart Tolle, reconocido escritor alemán en temas de espiritualidad, afirma que "no puedes transformarte a ti mismo y, ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a ninguna otra persona. Lo único que puedes hacer es crear un espacio para que ocurra la transformación, para que entren la gracia y el amor en tu vida”.

Es una frase desafiante para quienes creemos en el cambio personal y en la voluntad individual como uno de los motores de la automaestría. Nos interpela sobre el paradigma de los ejes de la transformación individual y de los otros, afirmando que no podemos transformarnos a nosotros mismos.

Si no somos nosotros los que nos transformamos, ¿qué o quién nos transforma? Tolle afirma que la gracia y el amor. En la literatura de diversas tradiciones espirituales esa gracia y amor son llamados de diferentes formas, entre otras, la luz, la fuente, el amor cósmico, el fuego sagrado, Presencia I AM, el Cristo, el gran silencio, Dios.

Independiente de cómo cada uno llame a “eso”, parece aludir a una sustancia universal que emana de una fuente central inagotable e invisible que causa y explica todo lo creado. Su manifestación es mediante la luz o las llamas del fuego sagrado, como indican algunas tradiciones. Cuesta un poco comprender cuando se habla de sustancia luz cósmica o el amor universal cohesionador.

Remite a un orden complejo, superior y perfecto, eso que tiene a los planetas funcionando con matemática perfecta y que hace que orbiten y no colisionen, eso que nos creo con un cuerpo de diseño increíble, eso que nos proveyó de vida y de naturaleza, eso que Gregory Bateson, antropólogo y uno de los padres de la teoría de sistemas, llamó el sistema de sistemas.

Aunque algunos de nosotros podamos no haberlo constatado con una consciencia que nos permita ponerle estas palabras, establezcamos un dato: existe una energía superior que atrae y cohesiona las cosas, fuente causal y originaria de todo lo bueno, que se manifiesta como luz o fuego sagrado, y que la mayoría de las personas llama amor.

Planteado así, acceder a esa luz universal no es para elegidos de ninguna especie. Es el regalo de la vida disponible para todos y cada uno. No se necesitan representantes, gurúes, iglesias ni maestros humanos para conectar con la energía cósmica. No hay elegidos. Hay un regalo de amor igualitario de esa fuente creadora de todo, disponible para cada uno de nosotros.

Es esa luz universal la que nos transforma. En esta sustancia luminosa están los mecanismos y las formas para crear lo que deseamos constructivamente. Aquí es donde se produce el gran quiebre de paradigma sobre el cambio humano. La transformación, lo nuevo y la manifestación en la acción es causada por esta luz amorosa, no es causada por un acto personal. Es decir, el poder de transformar y crear está originariamente en la fuente generadora de todo. No somos nosotros los controladores del cambio, somos los receptores y beneficiarios del mismo. Pasamos del paradigma del control y la soberbia al paradigma de la paciencia, la humildad y la receptividad.

Entonces, ¿qué debo hacer yo como ser humano?, ¿me están invitando a la pasividad y a esperar que la gracia divina “me elija”? Para nada. Siguiendo la metáfora de Patricia May de que somos a la vez gota de agua y océano, energía individualizada y energía universal del todo, nosotros portamos esa sustancia creadora. Es fundamental entender que la gota y el océano son lo mismo y a la vez son diferentes, es decir, la gota tiene su individualidad única.

Llevado a lo humano, tenemos libre albedrío, consciencia y libertad. Podemos mantenernos conectados o desconectados de esa fuente de luz y amor universal. Una bella forma gráfica de conectarnos a la fuente causal de todo lo que da vida está en la película Avatar, cuando los Na’vi unían la cola de su cabeza a Eywa (la fuente de todo) en el árbol sagrado. Esa imagen refleja lo necesario para conectarnos a lo Superior.

Intuyo que en nuestro caso es visualizar o imaginar la llama de nuestro corazón que sale por sobre nuestra cabeza y se conecta con la llama de luz vertical que proviene del cielo, la fuente de todo. Quienes practican esta visualización logran en pocos segundos un estado de paz y armonía inenarrable.

Tolle afirma que lo único que podemos hacer es crear un espacio para que ocurra la transformación, abrir la puerta de mi yo para que la sustancia universal entre en mi. Nuestro trabajo humano es crear espacio, vaciarme de lo humano para llenarme de lo divino, despejar mi interior para cargarme de la sustancia superior, silenciar mi mente para que entren los pensamientos superiores, tranquilizar mis emociones para que la armonía cósmica se apodere de mi, disponer mi cuerpo para sentir el influjo de la Presencia fuente creadora de todo. Disponerme a ser un recipiente de amor.

Fresia Castro, creadora del método de activación de la glándula pineal, dice que somos una copa de cristal que debe estar vacía y disponible para ser llenada por la sustancia luminosa universal. Es poner el yo exterior al servicio del yo interior, que al estar conectado con la fuente de luz, nos permite llenarnos de su sustancia luminosa, de su combustible causal y creador.

Dado que nuestra transformación es causada por esta sustancia luz del amor divino, ¿qué es lo que tenemos que hacer para crear ese espacio de cambio dentro de mí? Para el yo humano emergen dos focos. Primero, mantenerse conectado a lo Superior, lo que implica tener la atención más en lo interior que en las apariencias externas. Segundo, conservar la armonía en los sentimientos, lo que implica sustraerse de personas y situaciones que generen discordia y negatividad, y fortalecer la positividad cotidianamente.

Aplicando nuestra persistencia y voluntad en mantenernos conectados y armónicos es cómo permitiremos que la transformación que nos producirá el fuego y la luz del amor divino se manifiesten en la acción. Nosotros no nos transformamos. Creamos las condiciones para que el amor universal nos transforme y cause en nosotros lo inimaginado.

Comentarios

Estimado Ignacio, gracias por esta reflexión. Durante mucho tiempo voy tratando de mantener las condiciones para ir experimentando esa transformación. Y vaya que sí genera ruido en tu entorno, incluso de personas que uno sentía estaban conectadas a una vida más libre, de espiritualidad viva. Y es al aplicar esto que indicad, que chocamos de lleno con la ralidad, viendo que muchos de nuestros "gurúaes" familiares, personales, colectivos, son mucho mas "mundanos" y ",materiales" de lo que ellos mismos perciben, Y las relaciones comienzan a volverse progresivamente tóxicas...es una lastima cuando las personas y situaciones de las cuales debemos sustraernos, son de nuestra familia más próxima, para alejar las situaciones de discordia y negatividad. Quisiera tener una varita mágica para poder darles a entender que esa "mala onda" sólo nos aleja, que el miedo que proyectan sólo endurece y enfría la relación, y que las opciones de llevar una vida sencilla y desapegada "abajo del sistema imperante" es una opción válida y llena de amor, que también hay que respetar. Pido luz, para ellos y nosotros. Un abrazo
Claudia

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