Borghi busca cariño
Parecen destempladas las declaraciones de Claudio Borghi contra
Marcelo Bielsa. Luego del partido con Venezuela, los jugadores Pablo Contreras
y Charles Aránguiz declararon que Borghi estaba desgastado y que podía
renunciar. Borghi asumió ese cansancio, descartó renunciar a la dirección
técnica de la selección chilena y prometió no hablar más de Bielsa.
¿Qué hace que un entrenador con logros demostrables en su carrera de
técnico y con la mejor campaña a la fecha de la selección en este formato de
eliminatorias tenga esta obsesión de crítica con Bielsa? ¿No le basta con los
buenos resultados, el apoyo de los jugadores serios y el cumplimiento de sus
metas profesionales?
Parece que no le basta. Da la impresión que Borghi es como los hijos
mayores muy exigidos. Trabajan para ser de los mejores esperando el amor de los
padres. Borghi grita su necesidad de cariño y reconocimiento. Quiere que el
país futbolero lo ame. Por eso le produce una rabia destemplada la buena imagen
de Bielsa y el cariño mayoritario de los hinchas hacia éste. Bielsa es como el
hermano que recibe todos los aplausos y el cariño, esos que Borghi quiere para
sí.
Desde su necesidad de reconocimiento, Borghi mira desde una
perspectiva restringida y exageradamente emocional: la comparación permanente
con Bielsa. Sólo nos muestra que quiere que lo queramos. Se autoevalúa,
considera que lo ha hecho bien y mucho mejor que Bielsa y, al comparar los
cariños, siente que le debemos.
De ahí proviene el desgaste excesivo por las críticas. Existen pocos
roles más criticados que el de entrenador de la selección chilena, pues
despierta los afectos más básicos de la mayoría futbolizada. Y la mente de
Borghi sabe que es una función en que llueven críticas por lo que hace y lo que
deja de hacer. Pero su corazón quiere que lo evaluemos sobresalientemente, como
el mejor del curso, el niñito bien peinado y con buenas notas, querido por
todos.
Comentarios