Acoger la sensación sentida

La sensación sentida en el cuerpo es la que nos señala los límites del sí mismo. Es ella la que nos indica cuándo decir sí, cuándo decir no, cuándo alguien quiere ir más allá de lo que le queremos permitir y nos dice basta, cuándo estamos disponibles para las oportunidades. El cuerpo tiene la respuesta natural a todas las preguntas.


La dificultad está en nuestra incapacidad para escuchar esas sensaciones que hablan fuerte y claro, darles validez mental y ponerlas en el sitial orientador para la propia vida. La sensación sentida es el combustible para el pensamiento y el lenguaje, la materia prima que generará una producción cognitiva balanceada, coherente con uno mismo y en armonía de sentimientos.


Se requieren altas dosis de coraje para hacerle caso a la sensación sentida, hacernos cargo de ella y sus directrices, y traducirlas en decisiones cotidianas. La sensación sentida nos muestra nuestras inconsistencias entre yo externo y yo interno, entre el deber ser y el ser esencial, entre las creencias adquiridas de otros y las creencias sentidas. Se necesita coraje para ser fiel a uno mismo en los espacios exteriores y ante uno mismo.


De la mano de la sensación sentida transitaremos el camino de la automaestría, esa ruta consciente que nos saca del piloto automático. 

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