El día de los enamorados y la concepción del amor


Que día más bipolar que el día de los enamorados. Según lo que cada persona ha vivido o está viviendo es un día de felicidad, alegría y exultación, o un día que conecta con la frustración, el dolor, la soledad y el fracaso.

No entremos en que fue un día diseñado para vender y que cumple de buena manera su objetivo de consumo. Más allá de eso y a pesar de aludir explícitamente al amor de pareja, mucha gente va mucho más allá de ello y se asume como el día del amor.

La pregunta es qué concepción de amor tiene cada uno. Esta concepción del amor depende de la visión personal del mundo y de los referentes que le dan sentido a nuestra existencia.

Si creo que el sentido de la vida es sólo lograr metas de bienestar individual y familiar, lo más probable es que el referente de esa vida sea uno mismo, es decir, una visión egocéntrica e individualista de la vida. El amor tiene un lugar transaccional y más bien de objeto, donde intercambiamos amor mientras nos llevemos bien como pareja. El amor “se termina” cuando las diferencias hacen irreconciliable la convivencia.

La noción más extendida es la del amor romántico, el de la princesa que espera al príncipe azul que cumplirá todos sus deseos y serán felices para siempre. Por eso me gusta la película Shrek, porque muestra la vida de pareja y familia con sus problemas y no cae en el cliché de construir un imaginario colectivo fantasioso e infantil del amor sin conflictos, como en la mayoría de los cuentos de hadas y princesas (La Bella Durmiente, la Cenicienta, la Sirenita, la Bella y la Bestia, entre otros).

Como la mayoría de las mujeres y de los hombres incorporan de niños esta visión del amor romántico, sacan pasajes directos a la frustración, el dolor y a una alta probabilidad de infidelidad y fracaso. Ese amor no existe. Esta concepción es infantil, inmadura, limitada y extendida.

El amor de pareja maduro es el que entiende que la clave es la interdependencia mutua, que sabe que la comunicación permanente es bálsamo de la relación, que afronta las dificultades con conversaciones valientes, y que tiene al disfrute y la satisfacción recíproca en un sitial de privilegio. En el amor maduro la relación de pareja se construye día a día, con esfuerzo, perseverancia, y búsqueda de acuerdos para la solución de los problemas y las diferencias de criterio valórico y práctico. Exige autocontrol ante la rabia que el otro me produce y mantener el foco en el proyecto compartido que los unió. ¿Para qué vivir juntos si vivimos peor que solos? No abordaré el tema de las parejas que habiendo extinguido su amor se mantienen juntas por los hijos.

El amor maduro, mucho más allá de las parejas, es el que sale del individualismo egocéntrico y entiende que amar es comprometerse con la felicidad del otro, generando y facilitando las condiciones para que ese otro sea feliz, con lo que él considera que es felicidad, no con mis estándares de felicidad. El amor es sin estándares, se entrega desde el fondo del ser por la felicidad de brindarse en el acto amoroso, más allá de la respuesta del otro. Quienes vivan en la transaccionalidad y funcionalidad del amor no lograrán entender esto.

Finalmente están quienes ponen como referente de su amor a todos los seres vivientes. El amor ya no se da sólo entre personas, sino que es la cualidad universal que define las relaciones entre seres sintientes. Como dice Fresia Castro, amor es A-mor, es decir, sin muerte. Entramos en el espacio del amor como la vida de todo, esa energía eterna, infinita, ilimitada, gratuita, luminosa e incondicional. Esto requiere una visión muy amplia del sentido de la vida y conecta con la noción de una Fuente universal de amor, Lo Superior o Dios. En este contexto, el amor es la fuerza cohesionadora de todo. Lo llamaremos la noción de amor trascendente.

Sin duda que existen más tipos de amor. Por ahora quedémonos con el amor individualista, el amor infantil e inmaduro de los príncipes y princesas, el amor maduro de la interdependencia recíproca y el amor como fuente universal. ¿Cuál te representa más?, ¿cómo podrías subir de nivel si consideras que estás en un nivel más bien inferior? La ciencia de la felicidad constata que las personas más felices son las que viven y actúan según la noción del amor trascendente.

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