El árbol de la vida

Varios conocidos me habían recomendado ver la película “El árbol de la vida” dirigida por Terrence Malick y protagonizada por Brad Pitt, Sean Penn y Jessica Chastain. Otros me comentaban que era un aburrimiento interminable, tanto que en algunos cines de Estados Unidos te permitían irte antes de los 30 minutos y te devolvían el dinero. Para algunos estaba a la altura de Odisea 2001 de Kubrick, para otros era un somnífero.

Imaginaba que me iba a encontrar con algo parecido al inolvidable árbol blanco de la vida de la película Avatar, con su red de energía positiva que nutre a todos los seres sintientes y a éstos entre sí, tejiendo un entramado energético y emocional que es nuestra fuente de vida. No era eso.

Es una película que se centra en un tema inabordable y pretencioso: dar cuenta del sentido de la vida, de la muerte y la relación con Dios. Es una película atípica en su ritmo y en sus imágenes, pues durante largos minutos nos muestran escenas de naturaleza, animales y el espacio. Es de esas películas cargadas de simbolismos, que habría que verlas varias veces para interpretar el sentido de cada imagen. Esto es lo que hace que muchas personas se aburran. A ratos tiene un ritmo lento, muy lento y donde cuesta encontrarle un hilo conductor.

El director da ese ritmo lento de un modo deliberado, para mostrarnos que la vida tiene un tempo natural y propio, definido por la biología de los procesos naturales y humanos. Por más que lo intentemos no es posible acelerarla. Esa lentitud es un mensaje para la aceptación del ritmo natural de la esencia de la vida, que contrastado con la velocidad y el apuro enloquecedor que hoy queremos darle a nuestra cotidianeidad, parece lenta y fome. Los embarazos normales duran 9 meses y no es posible apurarlos más allá de su natural estructura biológica.

La película quiere volver al yo humano y relacional de ritmo natural. Se rebela ante un yo saturado de estímulos, carente de sentido propio, de inhumana velocidad mediática, de interconexión de redes sociales, exceso de televisión y un marketing que nos saca de nuestro centro humano invitándonos a conductas que no son las más evolucionadas (comprar, consumir, comparar, ser mejor que los otros según lo que tengas y mostrar status).

Son múltiples las referencias a Dios, a la luz y a los maestros ascensionados que nos esperan amorosamente más allá de la muerte. El conflicto central de la película está en la opción que deben hacer los protagonistas, simbolizando la opción que cada uno de nosotros debe hacer en la vida: pongo como referente de mi vida el logro de metas humanas individuales o pongo a Dios como el centro, guía, autor y actor de mi existencia (o como cada uno quiera llamar a lo Superior).

El director construye esta película desde esa certeza. La vida está perfectamente diseñada por Dios. Si aceptamos con humildad ese diseño y el ritmo natural que ello implica, nuestra vida se acoplará a lo que ese Ser Divino espera para nosotros. Hay varias referencias al retorno al origen, a la casa del padre, a la luz de Dios.

También está el típico conflicto humano de atribuirle a Dios las desgracias y tragedias de la vida humana, en la lógica de un Dios castigador que nos trata como personas infantiles y sometidas a sus designios. La película sugiere que Dios nos sirve la mesa para que nosotros decidamos y que lo malo que sucede en nuestra vida es consecuencia de nuestro propio actuar. Algo así como, los amo infinitamente, pero si entre ustedes se quieren matar, quieren destruir el planeta y no quieren aceptar la perfección del diseño de su vida, es vuestra decisión. Ahí no entro. Es tal mi amor que tienen libre albedrío.

El otro tema relevante de la película es cómo la educación de los padres condiciona de una forma significativa la perspectiva que tenemos de la vida. La metáfora es fuerte, ser padre o madre, pues nos iguala al rol de Dios Padre, Dios Madre. El simbolismo es brutal. El modo en que nos relacionemos con nuestros hijos les facilitará u obstaculizará encontrar su sentido de vida.

Brad Pitt encarna el padre exigente, insensible y autoritario, que forma un hijo malo, con una visión despiadada de la vida, ese Sean Penn que de adulto clama por retornar al sentido amoroso de la vida que vivió en su niñez, encarnado por su hermano menor y, particularmente, por su madre. El padre encarna el foco de la vida en lo humano y lo duro de la existencia, y la madre simboliza la vida puesta en lo emocional, lo lúdico, el acompañamiento y seguir a Dios.

Es una película densa, que demanda mucha atención, que estimula la reflexión más profunda y existencial, y donde la lentitud nos obliga a enfrentar nuestra propia emoción ante la pregunta más radical de “El árbol de la vida”: ¿creo que el sentido de mi vida se agota en la vida cotidiana o esta vida cotidiana está al servicio de la Luz, de Dios y de lo Superior?

Comentarios

psicocyo dijo…
Es una película maravillosa, tiene escenas muy sobrecogedoras que contrastan con los efectos que provoca en las emociones la música de fondo. Rompe todos los esquemas de una película tradicional, vale la pena verla.
Juan Enrique dijo…
Gracias Ignacio por compartir tu opinión sobre la película. Me dieron ganas de ir a verla, a pesar que me cuestan un poco las que son lentas. La temática me atrae muchísimo.
Un abrazo.
Michael Ramirez dijo…
A mi me costo enganchar al principio, pero es una pelicula que te obliga a una intensa introspección personal. En momentos muy sobrecogedora.
Anónimo dijo…
Película que te "baja" de la vertiginosidad en que se vive hoy, que te muestra una mirada "horizontal" de la vida cotidiana, pero te hace reflexionar en la importancia del mirar "verticalmente" que debería tener cada persona; de mirar hacia arriba, de no olvidar que Dios es nuestro Creador y que a pesar de los problemas de la vida, El está ahí...atento a lo que nos sucede... presente... a nuestro lado y que no es un Dios lejano al que no le importamos. Bella película!
María de la Luz
Felipe Landaeta dijo…
Bella película y gran columna.
Para mi es un viaje profundo al interior del creador, cargado de símbolos que estimulan al espectador.
Me parece que el tema de la película es la crisis del protagonista (Sean Penn). Lo que no me queda claro es si la crisis es de los 50, 60 o definitivamente el protagonista está muriendo.
Esto es pues tiene acceso a niveles de consciencia macrocósmicos (como galaxias), microcósmicos (como el ADN), además de acceder a la consciencia de sus padres, el origen de la vida (consciencia pura antes de encarnar) y una visión del paraíso después de morir. Por todo esto creo que está en una profunda crisis, con acceso a estados de consciencia superiores, y me la juego por la opción de que el protagonista está muriendo y haciendo una revisión de todo el proceso de su vida.

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