La impresentable confusión de algunos diputados

No tienen ninguna novedad estas palabras, más que manifestar la molestia de muchas personas con la impresentable explicación de algunos diputados respecto a la no aprobación de la prohibición de fumar en bares, restaurantes y casinos, tal como indicaba el proyecto de ley del gobierno.

Dar como explicación que algunos se confundieron y fueron poco dedicados al tema es tomar por estúpidos a todos los seres pensantes. Es indignante una explicación tan pueril, básica y tonta. Resulta bastante obvio que, una vez más, respondieron a los grupos de interés que les deben haber “hecho reflexionar” sobre la conveniencia de mantener el negocio de las tabacaleras, los casinos y la gastronomía.

Este tipo de aprobaciones espurias son las que consolidan a la baja la ya paupérrima imagen de muchos políticos, que traicionan el mandato esencial de un diputado: representar los intereses de sus electores. En esta votación algunos aparecen representando sin pudor el interés de las tabacaleras, muy probablemente financistas de parte de sus campañas, de espaldas a lo que indican los intereses de la mayoría de los electores.

Una señal más de la crisis generalizada de la representatividad política, donde la mayoría de estos personeros representan sus intereses personales, los de sus financistas, los de los grupos de influencia y los de su casta, el endémico mal del clasismo y nepotismo en la política chilena. Parece que la búsqueda del bien común y la mirada de comunidad por sobre los intereses individualistas y de los más poderosos es un camino que elegimos y al que aspiramos muchos de los que no tenemos poder ni estamos en la política.

Pareciera ser una condición del poder la desconsideración de los demás. No en lo filosófico si no que en lo práctico. Para que hablar del poder como herramienta de servicio a las mayorías. Suena ingenuo a la luz del brutal realismo del poder del lobby, aunque quijotadas concretas como las del diputado Harboe y la aprobación de la ley que reduce los tentáculos y usos de Dicom, permite darse cuenta que no todo está perdido y que aún quedan algunos diputados decentes, entendiendo por decencia la representatividad de las mayorías y la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Cuando se irrespeta la inteligencia de los representados de modos flagrantes como lo observado en esta votación específica, no se puede pedir respeto a la investidura del cargo. Por ahora podríamos avanzar en no denominarlos más como honorables, pues muchos ni siquiera alcanzan los estándares mínimos de los principios de diálogo y respeto a la convivencia social. Simplemente no están a la altura del cargo. ¿A qué honorabilidad se alude, si no lo encarnan en su comportamiento ni en su trabajo?

En un 2011 que fue marcado por la consciencia de muchas personas en diversas partes del mundo y su manifestación indignada mediante movilizaciones y protestas, estos personajes siguen indiferentes, sin diálogo con sus electores e importándoles un bledo la representatividad social, cómodos tras los cojines del poder y la falta de fiscalización de su trabajo.

Respecto de la ley específica, ojalá que el Congreso sea algo menos permeable al lobby y a los grupos de influencia, y restituya la prohibición de fumar en bares, restaurantes y casinos, votando con la mano en el corazón de los representados y no con la mano en la billetera de los intereses específicos de grupos poco representativos pero poderosos.

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