Estar a la altura

Que Girardi no estuvo a la altura de su cargo, que el Presidente no está a la altura del propio, que el árbitro Puga no estuvo a la altura del clásico Colo Colo – U. de Chile, que la U estuvo a la altura al ganarle a Arsenal de Sarandí en cuartos de la Sudamericana. ¿Qué es estar a la altura? 

Estar a la altura es un juicio evaluativo que yo hago respecto de otro, que deriva de la comparación entre mis estándares de conducta y los de quien estoy juzgando. El gran tema es cuáles son mis estándares y mis creencias, por lo que el juicio de estar a la altura revela el observador que soy y como interpreto el mundo.

Es el terreno de la completa subjetividad, pues si tú me dices que yo no estoy a la altura y no explicitas tus valores, creencias o estándares, creamos la atmósfera perfecta para no escucharnos, para la sordera, para la ausencia de diálogo y para defenderme descalificando tus creencias. Eso de no estar a la altura se parece tanto a mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Es decir, el juicio uni-direccional hacia otro de que no está a la altura destruye el tejido interpersonal y las condiciones mínimas para el diálogo, pues me posiciono como el poseedor de una cierta verdad (mi verdad, obviamente). Si usted quiere destruir al otro, guerrear, descalificar, crear una atmósfera de negociación tensa o defender a ultranza su punto de vista, use el calificativo de que los otros no están a la altura.


Cuando una persona ocupa un cargo público queda sometido al escrutinio público en dos niveles: el cumplimiento de sus deberes y el uso no abusivo de sus derechos. Los juicios cruzados de los políticos de no estar a la altura de un cargo, por ejemplo Presidente del Senado, tiene que ver con la comparación de la conducta de la autoridad en cuestión contra los reglamentos escritos de cumplimiento de deberes y derechos por la investidura del cargo, así como también por la interpretación subjetiva que cada persona haga de las obligaciones del otro.

Mirado desde el vaso medio lleno, dialogar requiere dejar de lado los juicios de “altura” del otro y construir juntos un conjunto de criterios, intereses, visiones o creencias que sean compartidas. Si no lo son, se explicitan las diferencias y es necesario tener el cuidado de no desvalorizar al otro por esa diferencia de visiones.

Es decir, la manera de salir de la completa subjetividad personal es construyendo una intersubjetividad compartida (un modelo mental y emocional compartido), que adquiere legitimidad y visos de objetividad en la medida que es consensuada.

Eso es la ley. Un conjunto de consensos intersubjetivos que usamos como normas de convivencia. Una de las características del ser chileno es que estamos poco entrenados en construir con otros y tendemos a usar el poder, el dominio y la sumisión como herramientas para resolver diferencias y subyugar a otro, imponiéndole mi subjetividad con argumentos de una supuesta objetividad, parapetado tras un rol o un cargo (papá, gerente, presidente, representante, profesor).

Por eso la mayoría de las personas continúan siendo tan legalistas y temerosos de la autoridad (cada día menos por fortuna), porque lo que no regula la ley o una moral rígida, nos atemoriza, nos angustia y creemos que se viene el caos social, moral o personal.

No pasa nada. Se abre el espacio para explorar nuevas creencias, nuevos consensos y moverse a la mirada de los principios co-diseñados. Lo que pasa es que en este punto de incertidumbre las personas muestran su creencia maestra más esencial: revelan si creen que el ser humano es por naturaleza malo, egoísta y depredador, o si es positivo, tiende a avanzar hacia estados superiores y busca el bien común.

Una buena pregunta para dejar de ver si los otros están a la altura de mis estándares, es indagar si yo estoy a la altura de mí mismo. Para eso anda a preguntarle a tus cercanos (familia, amigos y compañeros de trabajo) qué juicios positivos y negativos tienen de tu comportamiento diario, sin discutirlos, sólo escuchando. Así podrás saber si estás a la altura de ti mismo y es probable que sea un baño de humildad para saber que antes de pontificarle a otros hay que poner foco en el autoconocimiento y la automaestría. 

¿Para qué gastar energía, crear negatividad y andar repartiendo juicios de la altura de los demás?

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