Amy Winehouse: la fama aísla, el exceso de fama mata
Como muchas personas estoy impresionado por la muerte de Amy Winehouse. No porque haya sucedido (lo que era predecible y esperable), sino porque se desperdicia un talento musical notable y se trunca innecesariamente otra vida más.
¿Qué efectos tiene la fama que aísla al común de las personas y los saca de la normalidad emocional y psicológica? Ni hablar de los mega famosos, pues ahí la fama pareciera condenarlos a una patología sin retorno, con vidas fragmentadas, infelices y desbalanceadas. Como son personas que consiguieron casi todo en términos de popularidad y reconocimiento, la necesidad de nueva adrenalina los lleva a explorar todos los límites posibles que el exceso de dinero y poder les permite: drogas, sexo y cualquier energizador de corto plazo que termina depredando el cuerpo físico, mental, emocional y espiritual.
Si la fama aísla, el exceso de fama mata, sigas vivo o no. La fama te mata en vida. Pierdes los límites de ti mismo, no sabes quién eres, tu identidad se amalgama con la de tus fans, tienes el riesgo de creerte un semidiós, sobrevaloras tus capacidades, extravías el sentido de tu vida y caminas la senda de la locura. No sabes quién eres, para qué viniste, hacia dónde vas ni cómo salir de la angustia existencial que te acorrala periódicamente.
Cada uno tiene un germen de sanidad. Por muy famoso que seas, adentro tuyo la voz interior te dice que estás equivocado y tus sensaciones te indican que vas por el despeñadero hacia abajo y que la muerte te está esperando prematuramente. Y eso es angustia pura y dura. El drama es que la mayoría no escucha esas señales ni se hace cargo de su rehabilitación psicológica y física, acallándose la angustia con excesos y calmantes químicos que pasan el dolor en el corto plazo y te destruyen como persona, ya sean medicamentos, drogas, alcohol, sexo o cualquier elemento que detenga el sufrimiento rápidamente, por un rato.
Todos tenemos que encontrar una narrativa que dé significación a nuestro vivir. Y aquí es donde supongo que los famosos pierden el eje de su vida. Nadie los ayuda a escuchar su GPS interior, su voz interna sabia que pueda salvarlos de los intereses de representantes y carroñeros varios para blindarlos de los efectos enfermizos de la fama. Las consecuencias están a la vista. Cuantos cientos de personas, públicas y privadas, perdieron el control de su vida y la vida misma por el poder, el éxito y la fama. ¿O no Marilyn Monroe, Elvis Presley, Michael Jackson, James Dean, Kurt Cobain, Janis Joplin, Heath Ledger, Jim Morrison o Anna Nicole Smith, entre muchos? Y cuántos han caminado por la cuerda floja como Lindsay Lohan, Demi Lovato, Paris Hilton, Britney Spears y una larga lista de jóvenes estrellas del cine, la música y la televisión.
No se puede entrar al salvajismo y la exposición del mundo del entretenimiento sin tener una red de apoyo y contención emocional activa y cotidiana, que te mantenga con los pies en la tierra y con un ancla emocional segura. Alguien que te ayude a darte cuenta que eres un ser humano normal al que le tocó vivir roles externos de mucha visibilidad. Es el yo interno el que conduce al yo externo, pues si dejas que los otros o las exigencias del exterior te guíen, inevitablemente te perderás con consecuencias inevitables y en ocasiones mortales, como pasó con Amy.
Sólo queda esperar que los padres y familiares de personas algo famosas, famosas o mega famosas posterguen sus propias necesidades insatisfechas de visibilidad, dinero, lujo o estima, y no usen a estas personas talentosas, que por no tener redes de apoyo incondicional, extraviaron su vida. Por eso me descomponen los concursos de belleza de niñitas de 5 ó 6 años. Padres destruyendo la vida de sus hijos por sus necesidades insatisfechas.
La moraleja para uno como ciudadano común y corriente es que lo externo y "el éxito" son un trampa seductora si se buscan como finalidad de la vida. Los resultados externos sanos derivan de procesos internos que son movidos por un sentido personal que busca la felicidad y el bienestar propio y de los demás, desde una afectividad sana y marcada por la positividad, con balance de la salud física, mental, emocional y espiritual.
El conocido bajo perfil, la sencillez interior, el gozo con las cosas simples, el sentido, el optimismo y la gratitud. Es clave saber que todo lo realmente importante para la propia vida sucede detrás del telón. Cuando las cortinas se abran y salgamos al escenario que todos vivimos, la certeza que nos mantiene centrados es saber que es eso, un papel, un rol externo que se juega, donde "yo" soy el que está detrás del telón. Es decir, mi ser interior no se puede sobreidentificar con mis roles exteriores, aunque muchas veces son útiles y me ayudan a alcanzar seguridad. Jamás hay que confundir rol con actitud, poder del cargo con poder personal, talento con fama, éxito con felicidad.
Que cada uno aprenda a gestionar la Amy Winehouse que lleva dentro. Si nos hacemos cargo de ello, nuestra vida llegará más rápido al bienestar y felicidad que estamos buscando o queriendo sostener.
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