El amor es sin estándares

(Publicado en blogs La Tercera, 6 mayo 2011)


Las relaciones de pareja se deterioran gravemente cuando están marcadas por la exigencia de estándares, que el otro se ajuste a mi visión, mis criterios, mis coherencias, mis expectativas, mis deseos.

El amor es sin estándares, es amor a secas, donde se acepta al otro cómo es, aunque muchas cosas me irriten. El amor ama incluso los defectos del otro. En mi experiencia, es doloroso constatar los estándares que yo le pedía a mis seres queridos, sin darme cuenta de lo inmaduro de eso y de mi querer. No sólo en el plano de pareja, sino con cualquier amor: los padres, los hijos, los hermanos, los amigos. Los estándares oscurecen los vínculos amorosos, poniendo un filtro innecesario.



¿De dónde surgen estos estándares? Del miedo, de la vulnerabilidad y de la inmadurez de creer que mis verdades son la verdad, esa falta de desarrollo evolutivo que todos tenemos y que es tarea consciente abordar para crecer. Por lo mismo, las conversaciones valientes y la retroalimentación directa son un remedio poderoso para el exceso de certezas y seguridades, finalmente pseudo certezas en un estado de desarrollo primario y que uno cree, equivocadamente, que es un estado avanzado.

Cuando los golpes de la vida o el amor de otros te hacen darte cuenta de eso, la visión del amor madura y florece, moviéndose a la aceptación del otro. Se pone al centro del vínculo la valoración de lo que el otro es, con sus luces y sombras



Desde ahí es duro encontrarse con la fiereza de los estándares de quienes uno ama. Exigen integridad, coherencia, comportamientos específicos adaptados a su modo de ver el mundo, es decir, que uno actúe como a ellos les parece. Eso no es amor al otro. Esas personas aman sus estándares o la fantasía de mujer u hombre (padre, madre, hermano, hijo) que los cumpla. Cuando se es testigo de esto, el dolor se hace presente, por la conciencia del desencuentro y la desconexión.


El amor permanece. Es la relación y el vínculo el que se daña y se produce distanciamiento. Parece que el único modo de volver a encontrarse y rehacer ese vínculo amoroso es que ambas parten eliminen esos estándares y se confronten a la dulzura y el bálsamo de la aceptación amorosa incondicional. Sin condiciones, sin estándares, amor puro y presente. Para quienes estén en esa situación, esperemos que la vida les permita que ese encuentro futuro suceda y haya espacios de viabilidad y posibilidad para rearticular la relación. En otras palabras, que el daño producido en el tiempo de distanciamiento no sea irreversible.


Desde otro punto de vista, cada uno de nosotros tiene algún conjunto de condiciones mínimas o estándares basales, ese trasfondo de obviedad que no estaremos dispuestos a mover. El amor maduro implica esta suerte de negociación con los otros, el buscar el camino compartido y las normas conjuntas. Se requiere acuerdo y negociación, pues si me parapeto rígidamente en la imposición de mi punto de vista necesariamente querré que el otro cambie e instalaré una exigencia asimétrica y permanente de mejoramiento, que terminará depredando las bases amorosas de la relación o instalando una cotidianeidad poco vivible y negativa.


Al final todos queremos amor incondicional, ser amados tal como somos, con todos nuestros errores, inmadureces e inconsistencias. El amor no se acaba porque el otro no esté en la misma sintonía. Será un amor silente, desterrado, acompañador, a la espera o en la ruptura. Pero ahí estará. Como dice Jorge Bucay, "enamorarse es amar las similitudes. Amar es enamorarse de las diferencias".

Comentarios

Pablo Reyes dijo…
Que buena reflexión. Gracias.
Cuando me doy cuenta que yo soy mis estándares, y que el otro no tiene por qué calzar en ellos, empieza a aparecer lo profundo de sentir-saber que yo soy el otro. Empiezo a verme en el otro, y lo que veo, cumpla o no con la expectativa, sólo tiene que ver conmigo.
Un abrazo
Los estándares son como los juicios. Pueden siempre estar ahí, el amor maduro aparece cuando entendemos que son nuestros juicios, nuestros estándares: no son verdades!!! no le calzamos nada al otro. Gracias por tu post!
Agradezco a Pablo el comentario...me recordó ... yo soy mis estándares también! :)
Gran frase Pablo y me sumo a Maricel: yo soy mis estándares también, el observador desde el que habito el mundo
Estimado Ignacio, concuerdo contigo, Maricel y Pablo (¿será donde los 3 somos acepianos?), ¡y!, quiero agregar, que a mi juicio y experiencia, el Amor Verdadero y Maduro, es aquel que nace de amarse 100% a uno mismo primero. Desde ese espacio y energía, no exigiré nada a nadie, no buscaré standandares, normas, deberías, ni menos juicios.
Desde esa conciencia, el Amor de dentro hacia afuera, solo irradia, fluye, e ilumina a otros.

Desde el Amarse 100% a uno mismo, ya no se tiene la necesidad de "mendigar" cariño ni aceptación, y me entrego al otro con lo mejor de mí mismo, y si hago algún pedido al otro, desde ese espacio, sabré mirar los recursos internos del otro, de manera de solo exigir lo que el otro puede y amar entregar.

Un abrazo,
Yoyo.
RIBOSOMA dijo…
Cuando me hago conciente de los estándares que la persona amada quiere que yo cumpla, si yo lo o la amo en conciencia, acepto incluso esas expectativas sobre mí, pero sin identificarme con ellas, y la aceptación desde donde me relaciono con él o ella, me ubica en un dominio que trasciende esos estándares y aunque sigan existiendo, ya no son parte de lo fundamental de la relación. Creo que la aceptación genera en el otro lo mismo, más allá de las declaraciones de cada uno. El amor es sin palabras ni conceptos. (Creo)
Me gustó el comentario de Ribosoma.
El único "peligro" que veo en ello, es disfrazar la Resignación, por una Aceptación mal entendida.
Saludos,

Yoyo.
Erika Sieber dijo…
Me encanto!

El respeto por el legitimo otro, es la única vía para valorar las diferencias y tomarlas como el complemento perfecto que normalmente son.
Cariños

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