La automaestría es un castillo de naipes

Cuando construimos un castillo de naipes lo hacemos con delicadeza, con mucho cuidado, poniendo nuestra atención en mantener un buen pulso y cuidando que las cartas anteriores no se muevan. También nos preocupamos de armar el castillo sobre una mesa firme que no se mueva, donde nadie se acerque ni produzca ningún movimiento ni que haya corrientes de aire que nos boten nuestra creación. Sabemos que armar un castillo de naipes necesita atención y máxima concentración. Es un ejercicio que requiere foco, sutileza y precisión, pues al menor error se va todo al suelo.

La automaestría es como un castillo de naipes. Igual, exactamente igual. Se trabaja solo, se avanza con delicadeza, máxima atención y pasos lentos pero seguros. Sabemos que es un trabajo propio, guiado por el GPS interior y que es desde adentro hacia afuera.

Pongamos la atención en las condiciones externas que favorecen u obstaculizan nuestra automaestría. Tras el principio de que donde está mi atención es lo que dejo entrar a mi vida, las condiciones externas discordantes afectarán mi proceso de evolución en la medida que yo les abra la puerta, ponga mi atención sobre ellas y me haga parte de las mismas. Equivaldría a abrir una ventana en la sala de mi castillo de naipes, donde el viento que entre botaría con seguridad mis cartas. 

¿Qué condiciones externas discordantes representan una ventolera que derribaría rápidamente mi castillo de naipes? La apertura a los chismes, pelambres, juicios negativos, críticas y condenas es veneno para mi automaestría. Así de simple. Si entro en conversaciones de este tipo, estoy desarmando yo mismo mis cartas. Si me hago parte de la copucha y el cahuín pierdo la armonía de mis sentimientos, condición mínima y esencial para el avance de mi automaestría. Lo interesante es que vivimos en un mundo plagado de pelambres y discordias, y supongo que a la mayoría nos parecería imposible imaginar un mundo sin comentarios negativos respecto de los otros o en ausencia de juicios.

La negatividad de pelambres y críticas se nos pega, nos hacemos parte de ella al entrar en esas conversaciones y nuestra creación de esos momentos vibra en la misma negatividad de la conversación en la que estamos. Dicho de otro, la ley primera de causa-efecto (cosechamos lo que sembramos) actúa siempre. Esto parece derechamente exagerado, pues podríamos decir que es un ratito el del pelambre. 

Fredrickson en su libro "Vida Positiva" recomienda la técnica para aislarse de los propios pensamientos negativos y las conversaciones de baja vibración. La técnica para abstraerse de esa negatividad implícita en las críticas y los chismes es simplemente decir Stop. Es tan fácil como decirse mentalmente "Alto, no tienes poder sobre mí", referiéndonos a la situación, el pensamiento, la persona o grupo en el que se esté. Es uno el que tiene el control completo de su atención y es eso lo que debemos administrar para sostener la armonía y la positividad, el caldo de cultivo de la innovación personal. De esta simple forma me aíslo de esa conversación negativa, cerrando las puertas y ventanas que podrían abrirse para desplomar mi castillo de naipes. Me blindo a la negatividad propia o de otros, asegurando la armonía de mi camino de automaestría.

Lo notable es que esta ley de causa y efecto no juzga intenciones ni motivaciones humanas, opera como un mecanismo matemático. Si emito negatividad, recibo negatividad. Si emito positividad, recibo positividad. Si doy respeto, recibo respeto. Y así con cualquier cosa. Es la ley de causa y efecto de la energía personal, cuyo sello creador está dado por la cualidad y nivel energético de nuestros sentimientos. De aquí deriva la centralidad para la vida propia de reducir la negatividad y aumentar la positividad. No tiene que ver con sostener la buena onda por la buena onda. Nos blindamos de lo negativo y aumentamos lo positivo para asegurar el proceso de evolución personal que hemos llamado Automaestría, para llegar donde cada uno sueñe llegar, completándose, integrándose y avanzando a niveles ascendentes de sentido superior y transpersonal.
 
Si el viento entró y botó mi castillo de naipes, vuelta atrás y a comenzar de nuevo, desde cero. Con la automaestria opera igual. La gracia es que como ya hemos practicado, nuestra musculatura de innovación personal está mejor preparada y conocemos parte del camino, por lo que volver al punto en que estaba previamente construido nuestro castillo de naipes será más fácil.

En ti, ¿cómo va tu castillo de naipes?, ¿qué o quiénes son las corrientes de aire negativo que pueden derrumbar tu creación y retrasarte?, ¿quién te está moviendo la mesa o el piso?, ¿cuáles son las personas y contextos que te disparan la negatividad y la discordia? Una vez que los identifiques, con cariño y guiado por el amor a ti mismo y a ellos, aplícales el "Alto, no tienes poder sobre mí" y experimenta cómo funciona. Si no lo pruebas, no lo sabrás. Si lo pruebas, te sorprenderás de lo que sucederá.

Comentarios

gladys dijo…
Ignacio,
Profesor, gran maestro, siempre todo lo que leo ó escucho de ti me hace mucho sentido y me motiva cada dia seguir aprendiendo.
Te felicito por tu segundo libro y espero estar en el lanzamiento.
Felicidades

Gladys Mella V.
vmargot dijo…
gracias Ignacio, lei tu columna en el momento preciso, logre la claridad inmediata a un situacion que me tiene algo angustiada, felicitaciones , y gracias!!!
Ignacio,

Genial la comparación con el castillo de naipe... ...super ejemplificador.

Respectto del "Stop"; esta misma "técnica" me la enseño una Yogui India que lleva más de 50 años haciendo meditación Raja Yoga.

Un abrazo,

Rodrigo
Anónimo dijo…
aaa

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