Reconstrucción emocional
En la encuesta mensual de confianza de Adimark se observa un resultado inusual: cayó bajo el 50%, lo que no había sucedido ni siquiera en época de la crisis económica de 2008-2009. Esto demuestra el terremoto emocional y vital que están viviendo muchas personas y es una señal de que el estado de ánimo colectivo está triste, desesperanzado y con dificultad para visualizar un futuro mejor. La Teletón nos ayudó a conectar con la emoción de la solidaridad y el saber que sí podemos. Las emociones son efímeras y los estados de ánimo son más permanentes y determinantes para el curso que toma la vida.
Este desánimo en la mayoría de los chilenos pone el acento en que la reconstrucción de nuestro país tiene que balancear los elementos físicos (casas, escuelas, hospitales, caminos) con los aspectos intangibles, como el espíritu, los vínculos con los demás y el deseo de reconstruirme y reconstruirnos. Veo con preocupación que el discurso público revela que el foco es en el financiamiento para “las cosas”. Eso es central para que las personas puedan retomar su normalidad de vida y trabajo, aunque es insuficiente.
Necesitamos una reconstrucción emocional, por lo que sería óptimo que el gobierno, con su visible y valorado sentido de urgencia, viera que el terremoto en las personas fue más fuerte que el de las cosas. Necesitamos reconstruir el espíritu de las personas y el tejido social ferozmente dañado por los saqueos y la desconfianza. Hay muchas formas de salir adelante de las crisis y todas tienen un denominador común: dependen de las ganas y la positividad de las personas, por lo que focalizar políticas públicas para levantar sostenidamente el ánimo nacional se hace urgente y prioritario.
Este desánimo en la mayoría de los chilenos pone el acento en que la reconstrucción de nuestro país tiene que balancear los elementos físicos (casas, escuelas, hospitales, caminos) con los aspectos intangibles, como el espíritu, los vínculos con los demás y el deseo de reconstruirme y reconstruirnos. Veo con preocupación que el discurso público revela que el foco es en el financiamiento para “las cosas”. Eso es central para que las personas puedan retomar su normalidad de vida y trabajo, aunque es insuficiente.
Necesitamos una reconstrucción emocional, por lo que sería óptimo que el gobierno, con su visible y valorado sentido de urgencia, viera que el terremoto en las personas fue más fuerte que el de las cosas. Necesitamos reconstruir el espíritu de las personas y el tejido social ferozmente dañado por los saqueos y la desconfianza. Hay muchas formas de salir adelante de las crisis y todas tienen un denominador común: dependen de las ganas y la positividad de las personas, por lo que focalizar políticas públicas para levantar sostenidamente el ánimo nacional se hace urgente y prioritario.
Comentarios
Por eso que habemos otros que si bien comprendemos que la reconstrucción de viviendas, hospitales y escuelas es necesaria, la reconstrucción de las almas y los espíritus es igual de necesarias.
En Creemos en Chile ya estamos tratando de hacer nuestro aporte, y personalmente, tengo otros proyectos al respecto que esperamos que puedan resultar.
Ignacio, gracias por la columna.
Un abrazo,
Rodrigo.