A Ricardo Toro

Conocí a Ricardo Toro cuando fuimos compañeros de estudios en el Magíster en Dirección de Recursos Humanos de la Adolfo Ibáñez en 2004. Fue poco el tiempo que pudimos compartir pues a mitad de año fue destinado a la misión en Haití. En esa época creo que era coronel. Lo recuerdo como una persona cercana, de inteligencia sutil, con un pensamiento divergente, con un humor agudo, muy simpático y con la capacidad de reirse de si mismo. Sus bromas muchas veces nos hicieron reir a todos. Su modo de ser me sorprendió pues rompió el estereotipo que tenía de un militar de alto rango: serio, parco, rígido y distante. Ese fue un gran aprendizaje, por lo que tuve que desechar ese prejuicio.

Desde el momento que supe de la desaparición de su esposa pensé en escribirle, aunque después me di cuenta que estaba en otra y sería irrelevante. Desde mi lugar, fueron días de mucha oración, de una complicidad afectiva a la distancia y de enviarle permanentes energías para que se sostuviera en la incertidumbre y el dolor. Viendo las imágenes de la despedida de su esposa, me impresiona su compostura, esa contención tan masculina, el sostener el rol hasta las últimas consecuencias. Es en los límites de lo inimaginado donde las personas probamos de qué estamos hechos y cuál es nuestro real carácter. Admiro ese temple.

También quisiera Ricardo que tuvieras el espacio íntimo y seguro para llorar, para que tus lágrimas vayan limpiando de a poco el dolor de este golpe, borrando todas las imágenes negativas y haciendo emerger lo amoroso y dulce del matrimonio que tuvieron. La única forma de que estés en paz y serenidad es aceptando lo inevitable. No vale la pena de que entres en preguntas de por qué pasó, cómo sucedió o qué pudo ser diferente si tú hubieses hecho algo distinto. Eso sólo te atará al pasado y al dolor, impidiéndote avanzar. Ya llegará el momento de preguntarte "para qué" pasó esto, cuál es el sentido misterioso y profundo de todo lo sucedido, y qué aprendizaje hay para ti y tus hijos tras esto.

Ricardo, mi emocionado reconocimiento para ti, a tu coraje, a tu capacidad de tolerar la incertidumbre y mantenerte movilizando a tus equipos. Eso es liderazgo en los límites de lo inevitable. Todo mi respeto a vuestra intimidad como familia. ¿Cómo regalarles paz, serenidad, olvido y consuelo? Conocí de tus recursos y capacidades. Que esa potencia, el amor por tu esposa, por tus hijos y por ti mismo, y la certeza en lo Superior te sostengan. Te envío toda la luz y energía de la que soy capaz, para sumarme a los cientos de personas que hemos orado por ustedes. Esa energía invisible es un abrazo amoroso y de muchísima positividad que sin dudas les ayudará, y se sumará para vuestra evolución y tranquilidad en este momento.

Con profundo respeto, admiración y reconocimiento.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hermoso, sentido y merecido reconocimiento ... permítame unirme a usted en ese sentir.
Ignacio,gracias por tu relato y por presentar al general Toro como un hombre íntegro y humano.
Pepe Sherpa dijo…
Honor a quién honor merece! Bendiciones
Anónimo dijo…
que lindo reconocimiento, inspiradora fortaleza de un hombre que en tiempos sumamente difíciles supo mantenerse en pie, cumpliendo con su misión.
Kanelo dijo…
Plenamente interpretado por tus palabras, efectivamente, el general Toro demostró el valor que desde lo profundo, emerge en los momentos más complejos, más aún, cuando un ser tan cercano desaparece. Revelación de un hombre para admirar.
Gloria Herrera dijo…
Ignacio: Comparto tus palabras, sin lugar a dudas Ricardo es una persona especial, con quien tuvimos la suerte de compartir un pedacito de nuestras vidas.
En su propio relato en una entrevista a la revista del Sábado, nos enseño una vez más la fortaleza que tiene a pesar de todo lo vivido, tenemos mucho que aprender de él.
Gracias por tus palabras.

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