La magia de lo humano nace desde el sentido trascendente

Hemos cerrado el Magíster en Psicología de las Organizaciones UAI - MPO 2009 con la certificación de competencias, donde algunos culminan su MPO y otros siguen trabajando en sí mismos para continuar aprendiendo con humildad, tesón y tranquilidad.

Este año tuvimos 60 estudiantes. Estudiantes de la Vida que estuvieron dispuestos a entrar en los espacios de aprendizaje cognitivo, corporal, emocional y espiritual que les ofrecimos, para desplegarse y transformarse desde su GPS interior, desde lo mejor de si mismos, sus recursos y fortalezas, desde adentro hacia afuera.

Al cerrar el MPO y sintetizar lo que aprendimos y lo que nos transformamos, los MPO's dicen palabras y vibran emociones conmovedoras, inspiradoras y de un poder inenarrable. Nos pone los pelos de punta tener la posibilidad de generar estos espacios. Nos emociona hasta el silencio atragantado y el estremecimiento existencial de sentirte una gota en el océano. Una gota importante y parte de todo. Como todos.

Les comparto lo que escribió Rodrigo Fuenzalida sobre su sentir de este MPO 2009, desde su alegría.
"Cierre MPO 2009, lo que me pasa al escucharlos.
Agradezco a Dios y a quienes confiaron en lo que puedo aportar.
Agradezco tener la maravillosa oportunidad de estar aquí, de ser parte de este proyecto.
Nada ni nadie logrará borrar lo que sembramos. Buscábamos remecer algo profundo, entregar visiones y herramientas poderosas, generar una conexión distinta consigo mismos, con sus compañeros, con el mundo.
Y se logró. La forma en que se expresa el sentido y significación de este camino alimenta la pasión y la fuerza que inspiran al MPO y a todo el equipo.
Entre las cosas únicas que veo está la tremenda unión y cariño que hay entre todos. Soy testigo de la transformación interior de muchos, me atrevo a decir de todos.
Cada año en el MPO siento que plantamos más de un árbol, tenemos más de un hijo, y se inicia la escritura de muchos libros".

Para mí, hemos co-construido un espacio trascendente en la acción, una porción de cielo en la tierra, un lugar amoroso y seguro para que las personas logren la seguridad afectiva que les permita deshacerse de sus vestimentas pasadas e ir por ropajes nuevos y más felices, eso que llamamos plasticidad conductual. El MPO es un lugar en que lo idealista y soñador se hace verbo, se encarna en personas, relaciones, equipos de trabajo y resultados tangibles e intangibles. Es magia. Y todo eso fue armado desde ese sueño que soñé, nuestra pasión y la certeza en lo invisible, la férrea seguridad de que así tenía que ser, a puro GPS interior, con coraje y sin temor antes los riesgos políticos que hubo.

Me agarra ese orgullo privado y chiquitito de sentir que hemos hecho algo único, aunque, si bien lo hicimos, no fue nuestra obra. Lo Superior pasa por nosotros y, al ponernos en esa conexión y sintonía, lo Superior opera a través del instrumento humano que somos y nosotros co-operamos. Eso lo hace perfecto, mágico, inerrable, complejo y simple. Desde la conexión, el sentido trascendente, la Presencia, el acompañamiento y el rigor académico, la Luz ha hecho que muchos descubran su Luz e irradien a sus familias, equipos y a si mismos.

Cuanta emoción, cuanta fuerza, cuanta pasión, cuanta trascendencia, cuanta certeza de que el aprendizaje es experiencial y encarnado, cuanta complicidad, cuanta transformación desde adentro hacia afuera.

Gracias a Jorge Sanhueza por creer en este proyecto y apoyarlo incondicionalmente.
Gracias a la UAI por permitirnos este espacio de creación.
Gracias a Rodrigo Fuenzalida y Ricardo Baeza por ser compañeros en esta construcción.
Gracias a Pía Cordero, Luz María Edwards, Lorna Cortés, Felipe Landaeta, Felipe Correa y Tomás Fleischmann por su trabajo de acompañamiento y coordinación.
Gracias a Claudia Hoffmann y Paula Morandi por facilitarnos que el MPO suceda.
Gracias al equipo que sustenta y proyecta el MPO Society.
Gracias a Dios por habernos regalado la posibilidad mágica de haber creado este espacio de transformación existencial y ser felices en nuestro quehacer