Rebeldía v/s Obediencia


En la reunión de preparación de primera comunión de Ignacia, se leyó un trozo de la carta de San Juan a los Corintios donde caracteriza el amor verdadero: paciente, bondadoso, no tiene envidia, orgullo ni arrogancia, no es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso, es obediente, encuentra su alegría en la verdad, todo lo disculpa, todo lo da y todo lo cree.

Resoné con la obediencia del amor, lo que me conecta con la ley de causa y efecto de la Vida, es decir, si doy obediencia recibo obediencia. En mi comprensión, es obediencia a lo Superior y no obediencia a alguien. La obediencia es una conquista de la automaestría y de las personas sabias y evolucionadas, mientras muchos otros permanecemos en la rebeldía de lo humano. Veo que la rebeldía es lo opuesto de la obediencia.

¿Cómo actúan las personas rebeldes?
Se sienten poseedoras de la Verdad y actúan desde esa superioridad. Por lo mismo, tienden a criticar, ridiculizar y actuar sarcástiscamente con quienes "están equivocados". Viven en una actitud permanente de juicio, crítica y condena, como una necesidad de autoafirmación sostenida de las propias ideas. Es valorar las propias creencias y opiniones, mediante el mecanismo de desvalorizar a los otros.
Cuando los rebeldes no están en posiciones de poder, son muy resistentes a la autoridad y usualmente tienen un guión propio para mejorar las cosas. Eso lleva a que su atención se centre en lo que no funciona y desarrollan una actitud intolerante y resistente, marcada por la inmadurez de la ira. El desgaste emocional de los rebeldes es altísimo, pues su energía casi siempre está peleando contra algo o alguien. Se sienten fuera del sistema y luchando contra él. Es ver la vida en polaridades, identificándose con una de ellas y denostando a la polaridad contraria. El rebelde está en la batalla humana cotidiana y usualmente es movilizado por la ira.

¿Cómo actúan las personas obedientes?
Entiendo obediencia como la aceptación libre de un referente Superior, que guía y orienta la vida. No hablo de obediencia a personas, empresas o grupos, es decir, no tiene que ver con la polaridad humana sino con la unicidad divina. Supongo que la conquista de la obediencia es por la conciencia de aprender que a punta de ser rebelde no se logran resultados sostenidos en lo externo ni bienestar y felicidad interna. Es sustituir los deseos humanos por los deseos divinos, yendo a una comprensión difícil de alcanzar: no soy yo el que hace las cosas. El autor de las cosas es lo Superior y yo soy un instrumento de acción humana de ese referente, lo que los católicos llaman Cristo (Dios en acción).

Visto así, la obediencia da cuenta de una gran madurez emocional, donde el yo exterior se pone al servicio del yo interior, ese que da cuenta de lo Superior en mi. El referente está en la Verdad superior, por lo que la actitud de las personas obedientes está marcada por el silencio de lo humano, la escucha y la aceptación. Por lo mismo, superan la rebeldía y dejan que las cosas fluyan, que la energía de lo Superior guíe sus pasos, en una actitud paciente y contemplativa para escuchar lo que es necesario hacer, seguida de una actitud activa y persistente para permitir que opere aquello que deba ocurrir. Por eso se habla de co-operar, es decir, ponerse al servicio de otro para que opere a través mio. Se constata que quienes han logrado actuar en su vida con obediencia tienen buenos resultados externos, son muy felices, conquistan el desapego material, superan la dependencia afectiva, y avanzan en su iluminación e irradiación.

Por ahora mi comprensión es ésta y sé que mi trabajo es superar mi rebeldía y transitar a la madurez de la obediencia. Es mirar la vida con los ojos de los deseos divinos y no de mis deseos humanos, pues tengo la certeza que en ese "ponerme a disposición", se me regalará abundancia, armonía y todo lo que yo y mis amados podamos necesitar. Esta es mi convicción presente. Sigo batallando con mi yo humano, el rebelde.

Comentarios

Pía Cordero dijo…
Ignacio, no está fácil tu reflexión. Desde mi comprensión le agregaría "algo", un estado intermedio. Me parece muy polar. Lo digo porque no me identifico con la rebeldía ni con la obediencia.
Me siento "camino a la obediencia"... pero no sé si eso me "pone en rebeldía", aunque evidentemente algo de eso tiene.
No se me había ocurrido pensarlo así. Gran tema la obediencia, hay que masticarlo.
Gracias por tu generosidad y compartir esta distinción...
...hartas vueltas debes haberle dado.

Pía
No lo pienso como ser rebelde u obediente. Más bien tiendo a verlo como polos dentro de un continuo, donde hacia el medio del mismo estaría la conducta adaptada a lo socio-cultural, algo así como hacer lo que la sociedad espera, comportarse "razonablemente". Creo que esta distinción de rebeldía u obediencia puede serle ajena a muchas personas, pues no se identificarán con ninguna de éstas, no obstante es interesante preguntarse cuál es el referente que está guiando el sentido de la propia vida. Estoy de acuerdo que no es "fácil", pues tiene que ver con el sentido existencial más profundo. Declararse "obediente a lo Superior" sería una declaración muy determinada, que deriva de la comprensión que cada uno tenga de la relación entre lo humano y lo divino.

Top que te sientas camino a la obediencia.
Ignacio, lo que escribes, trato de conectarlo con el término de libertad que indiqué que había aprendido en un ramo de filosofía de la Universidad, es decir, si libertad es la capacidad de cumplir con los compromisos que uno adquiere voluntariamente y sin presiones, luego obedecer sería una muestra de libertad. Es decir, libremente eligo seguir a lo Superior, no porque me hayan presionado a aquello. Desde esa libertad de elección entonces, debo cumplir con la obediencia, de lo contrario me vuelvo esclavo de mis incumplimientos, de mis irresponsabilidad o de la pereza.

Resumiendo, la obediencia bien entendida, sería un acto de libertad.

Comparto con Pía que tal vez no es un asunto de rebeldía, sino de elección.

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