El gerente


Les adjunto una opinión de Rolando Hanglin, aparecida en el diario La Nación de Argentina, que entrega una mirada crítica, parcial y desenfadada del rol del gerente. Si bien tengo varias diferencias con lo que ahí se dice, me parece interesante preguntarse ¿qué hace un gerente? y abrir un tema que tiene poca discusión. Este es el texto.

Tengo entendido que la palabra "gerente" viene del verbo latino fero-fers-ferre-tuli-latum, que puede traducirse como hacer, generar o conducir.

Ahora bien, la pregunta es: ¿Qué hacen los gerentes?

Se supone que son los responsables de la administración general de una empresa u organización.

Pero en estos tiempos, debido a la globalización, las empresas de éxito son en verdad mega-negocios, de dimensión internacional. Entonces, una de estas empresas-planeta puede contener un criadero de cocodrilos en Uganda, un periódico en Valencia y una fábrica de chorizos en Uruguay, entre otras mil cosas. ¿Por qué no un teatro en Luxemburgo, una cadena de hamburgueserías en México y un bonito prostíbulo en Shangai?

En este contexo de negocios que se multiplican y anudan como las cuentas de un rosario, el ser humano es muchas veces el empleado de un patrón desconocido. El buen Sr. González (de Lima, Perú) es uno entre 100.000 empleados de la multinacional XYPREZ, con casa central en San Petersburgo, que posee acciones del pase de Ronaldinho Gaúcho y se encarga de la distribución en DVD del film Slumdog Millionaire . Ahora bien, el Sr. González no sabe quién es su patrón. Sólo sabe que trabaja estacionando coches en un gigantesco valet parking, del cual XYPREZ tiene el 51 por ciento.

No sabemos si nuestros patrones son narcotraficantes, benefactores de huérfanos, refugiados de una guerra asiática o ganadores del Loto. ¡Ni idea! Apenas conocemos al gerente.

El gerente sí sabe quién integra la "superioridad", la "nomenclatura" o "los de arriba".

Esto que estoy describiendo no es ni bueno ni malo. Es la globalización misma: todo ha aumentado de escala. Los trabajos exitosos crecen, se desarrollan, prosperan, hasta convertirse en grandes organismos sin cabeza visible. Hace poco vi por TV la presentación de una casa de muebles de alto estilo que inauguraba su primera tienda en Los Angeles. Porque en Brasil ya posee ¡cuatrocientos ochenta locales! El gerente de esta tienda en California: ¿Sabrá cómo se tala un ñandubay, cómo se tiñe un guatambú, en qué tierra florece el palo de agua? O es un paracaidista que llegó al cargo proveniente de su amistad con un compañero de artillería en la guerra de Irak, que tiene 58 heladerías, y decidió incursionar en el mundo del diseño?

El humilde trabajador sólo conoce al gerente.

Y el gerente: ¿Qué sabe? Depende. Si es gerente de una fábrica de galletitas, ha de saber cómo se fabrican las galletitas, cuánto valen los ingredientes por gramo y por tonelada, sus calidades y secretos, los saborizadores, los colorantes. De lo contrario, no puede administrar el trabajo de los otros, que son diseñadores de galletitas, creadores de gustos y cremas, diseñadores de paquetes y paquetitos. En fin: es imprescindible que el gerente se haya formado en una fábrica de galletitas similar a la que administra, o por lo menos que sepa encender un horno, preparar una pascualina, un hojaldre o un alfajor.

Esto no sucede. Por algún motivo difícil de explicar, el vértigo de los negocios ha tomado un ritmo alocado y, de pronto, nos encontramos con un arquitecto que es gerente de un equipo de fútbol, un masajista que es gerente de una discográfica, un zapatero que se gana la vida -y muy bien- como gerente de una petrolera.

Los jefes no conocen el trabajo de sus subordinados. Ignoran olímpicamente hasta los rudimentos que domina un buen artesano en cualquier cosa, sea pintar autos o cabalgar novillos.

Esto no es bueno, porque el gerente así encaramado a una posición de poder envidia secretamente a todos sus subordinados, por la sencilla razón de que saben más que él. Los trabajadores lo miran con temor (porque puede echarlos) y con desprecio (porque es ignorante). Por lo general, todo gerente se interpone en el camino de sus empleados, para hacerse notar. Prohibe cosas. Reprende a los desobedientes. Critica los trabajos de los otros. Imparte directivas y dicta cátedra sobre asuntos que ignora.

¿Cómo va a contratar a un cocinero para después explicarle paso a paso cómo se hace un huevo frito?

Sin embargo, el gerente necesita hacerlo. Debe justificar su salario y su presencia frente a "los de arriba", procurando siempre que estos no se comuniquen con "los de abajo", porque si lo hacen. ¿Para qué está él?

En la realidad de la vida, el gerente muchas veces pasa las horas vacías leyendo el diario, tomando café y guiñando el ojo a la secretaria. Pero, para conservar su puesto, muchas veces debe informar confidencialmente a "los de arriba" sobre las insolencias, enjuagues, pasos en falso, romances turbios y fallas garrafales que ha detectado en "los de abajo". Ante estos pobres desdichados, esgrime el látigo de nueve colas. La amonestación, la suspensión de haberes y el despido.

El gerente, el que hace la cosa, el conductor del asunto, debería ser un profundo conocedor de los mil oficios que componen una industria. Por ejemplo: si es gerente de una editorial es imprescindible que haya escrito un par de libros. Cortos y malos, tal vez. Pero libros. Debe conocer la vivencia (y el arte, y la angustia) de escribir, pues esta es el origen de toda la industria. Y lo mismo vale para una compañía de computación, un colegio secundario, un campo de soja.

¿La crisis que vive hoy el mundo ... no será una crisis de gerentes, originada por mil individuos infatuados de poder pero incapaces de enroscar una tuerca, sacar la cuenta de 2 x 8 = 16 o cantar un tango? ¿No estarán todos los gerentes manejando una compañía equivocada, y los patrones bebiendo champán en la cubierta del Titanic?

Comentarios

Ignacio,

Es como "raro" el artículo,un tanto caricatulezco, pues si bien son ciertas muchas cosas,como que en las grandes corporaciones los gerentes no saben lo que hacen "los de abajo", también la presión que tiene no se compara a la de la gente bajo ellos. Ahora, que aun se de eso que los gerentes solo leen y toman café, también se da, pero cada vez menos.

Lo que más rescato, es el tema de verticalidad. Aun las empresas tienen muy marcada esta característica en vez de migrar a la horizontalidad, donde en el largo plazo, efectivamente los "gerentes" debería ir desapareciendo.

Creo que hacia allá va la invitación.

PD: Gracias por el comentario en mi blog... ...me alegra sentir tu apoyo.

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