El error Ratzinger


Fuerte título para este texto aparecido en el diario "El País" de España, el sábado 28 de marzo de 2009.

Más allá del contenido del artículo, me impresiona mucho pensar en las diferencias culturales de los paises y las personas. Si alguien osara escribir este texto en Chile, sería descalificado como persona, recibiría la sanción social, sería marginado de invitaciones y pagaría costos en diferentes ámbitos, como el laboral. Este texto me muestra la centralidad de diferenciar entre los actos de una persona y su dignidad básica . Ello abre la opción de la que todos nos beneficiamos: podemos tener comportamientos errados, parciales, ciegos o derechamente malos, y eso no toca mi legitimidad como persona ni me quita la posibilidad de cambiar, es decir, pone al perdón como el eje del aprendizaje.

En términos de los contenidos del texto y su dureza con la Iglesia Católica, me pregunto cuándo esta iglesia extravió como foco esencial el servicio a otros y la búsqueda de Dios dentro de uno, para pasar a operar desde el poder, el pecado y la moral externa. A mi modesto juicio, la mejor opción de ser una buena persona es reconociendo mi Dios Interno y actuando según sus directrices. Ese Dios puede tener infinidad de nombres y me refiero a lo Superior, con cualquier nombre, desde cualquier cultura y tras cualquiera religión o práctica. Es "eso" que con la madurez y la expansión de la conciencia pasa a constituirse en el referente existencial más elevado.

Veo bastantes personas serviciales que adscriben a la iglesia católica en esa postura (desde adentro hacia afuera), no obstante el mensaje de la jerarquía vaticana se entrampa en discusiones externas y morales (sida, preservativos, homosexuales y prohibiciones varias). No pronostico su término, aunque el rating ha bajado. En términos comerciales, tiene que acercarse a sus clientes y eso es creando experiencias internas para reconocer al Dios que vive en mi.

Aquí les adjunto el texto.
No se apaga el tam tam de los tambores. Tras su periplo africano y la encendida polémica sobre el sida y los preservativos, afirmar que Joseph Ratzinger es un papa cada vez más cuestionado es una obviedad. Fuera de la Iglesia, no cesan las críticas y los ataques. En Francia y Alemania, las encuestas entre católicos registran ya la palabra "dimisión", y Gobiernos, ciudadanos y ONG dejan ver su abierto descontento. Dentro del Vaticano, las cosas están igual. O peor. El Papa alemán fue elegido por los cardenales por su alta inteligencia. Pero, como dice el veterano vaticanista y escritor Giancarlo Zizola, "estos primeros cuatro años de papado sugieren que, por mucho que su inteligencia sea finísima, no le llega para gobernar la Iglesia".

Las críticas a su papado crecen dentro y fuera de Roma. Hay un problema no resuelto en la forma de Gobierno, dicen varios expertos. El círculo en el que Benedicto XVI apoya su día a día es muy pequeño. Se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga.

"Ratzinger es un prisionero de la curia, vive en una especie de Aviñón en patria, alejado de los episcopados nacionales, sin más apoyo que el de su pequeña camarilla", explica Zizola, autor del libro Santità e potere. Dal Concilio a Benedetto XVI. El Vaticano visto dal interno. Filippo di Giacomo, sacerdote y periodista, 11 años de misionero en el Congo, hoy juez vicario en Roma, cree que la crisis que vive el Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de Gobierno no funciona ni es colegial". "La curia moderna es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil. Hay 35 cardenales en Roma. Están divididos en grupos, enfrentados, y se dedican a conspirar y a cooptar afines por los pasillos", señala Di Giacomo.

Se trata de una batalla en toda regla, en la que los bandos se mezclan y se confunden. La revuelta estalló con el perdón a los obispos lefebvrianos. Un grupo amplio de obispos y teólogos moderados y conciliares (alemanes, franceses y latinoamericanos, sobre todo), hartos de no ser tenidos en cuenta, hizo ver su descontento al Papa. En respuesta, éste reprendió a la curia por no actuar de forma "colegiada y ejemplar".

Zizola recuerda que Wojtyla intentó obviar una fractura que ya existía a base de carisma y comunicación. Su papado creció con la televisión y se convirtió en una especie de Show de Truman, la primera encíclica catódica: le vimos envejecer, derribar el muro de Berlín, sufrir atentados, viajar, besar los suelos del planeta varias veces, agonizar en directo. Pero tampoco él fue capaz de reformar el sistema de gobierno. "Prefirió escaparse de Roma y tapar la crisis de la Iglesia y el vacío de gobierno", dice Zizola.

Mientras Wojtyla viajaba, Ratzinger estudia y escribe. Mucho más aislado y a la defensiva, el Papa soporta mal que le lleven la contraria. Su carta a los obispos reveló que le disgusta sobre todo el desamor, la intriga, "el odio y la hostilidad". Su texto dibuja a una curia conspiradora, que aspira a mandar tanto o más que él, que mueve los hilos en la sombra, que filtra noticias, escondiendo la mano, para hacerse valer. La peculiar sensibilidad de Ratzinger es una parte del problema. ¿Se trata de un "pastor alemán" como tituló Il Manifesto cuando fue nombrado, o "un cordero en medio de los lobos", según la expresión del Evangelio de Mateo?

Di Giacomo despachó con él a menudo cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe: "Le puedes decir cualquier cosa, siempre que no subas la voz. Si la elevabas medio tono, ponía su extraña sonrisa, cerraba el cuaderno y se marchaba. Delante de él no se puede ofender a nadie. Es un democristiano bávaro, y los democristianos bávaros son raros. Pueden tener ideas avanzadas, pero si los demás no les siguen, se asustan y frenan. Ratzinger es cualquier cosa menos un aventurero. Por eso se fue de la Universidad de Tubinga el día que se encontró a los estudiantes protestando tirados en el suelo. Es un monje, y nadie le ha dicho a tiempo que el mundo mediático no es un aula universitaria".

En un texto publicado por la revista religiosa Il Regno, Zizola ha recordado que en 1965 el obispo brasileño Helder Camara anunció al mundo durante el concilio la reforma de la monarquía pontificia, creando un senado compuesto por cardenales, patriarcas y obispos, elegidos por las conferencias episcopales, para ayudar al Papa en el gobierno y convocar cada 10 años un concilio ecuménico.

La reforma nunca se hizo. La curia, la corte púrpura, ese ente invisible y lujosamente vestido, cuyo poder sobrevive a los papas, jamás aceptó la democratización. Hoy, dentro de la curia, nadie se fía de nadie. Por un lado están los influyentes hombres "del servicio", como se autodenominan los diplomáticos de la secretaría de Estado que dirige Tarcisio Bertone, el único que despacha a diario con Ratzinger; por otro, los intelectuales orgánicos (periodistas, profesores, juristas, rectores...), unos papistas y muchos no; y luego está la variopinta macedonia cardenalicia y episcopal que dirige los dicasterios: nueve congregaciones, 11 consejos pontificios, tres tribunales, tres oficinas. "En los dicasterios están los casos piadosos", dice Filippo di Giacomo."Desde Pablo VI, el Papa que internacionalizó la curia y la llenó de excelencia con los mejores cerebros de ese tiempo, la decadencia del equipo de gobierno ha sido imparable. Wojtyla llegó a Roma en 1978 lleno de odio contra la curia, porque nadie escuchaba a los obispos del este de Europa, y se trajo a todos los fracasados, a los que no servían a las diócesis", cuenta Di Giacomo. "López Trujillo, Castrillón Hoyos, Martínez Somalo, Martino, Barragán, Milingo... Gente insignificante. Luego hizo obispo a su secretario, y le dijo: 'A estas bestias trátales tú".

¿Podrá este Papa más tímido aún apaciguar a ese rebaño de "gálatas que muerden y devoran"? Según Zizola, "el Papa trabajó durante el Concilio en la frontera de la renovación y sabe que el gran problema es la nula participación de los obispos en el gobierno de la Iglesia. Algunos cardenales recuerdan que los obispos eran consultados más a menudo en la época de Pío XII, antes del Concilio, que actualmente".

Cerca del Papa, coinciden Zizola y Di Giacomo, está el desierto. Cuatro monjas estadounidenses que dirigen el departamento informático y evitan que los hackers entren en la web. Su secretario, el guapo, alto y bávaro Georg Genswein, considerado un cero a la izquierda -"Es un cretino", afirma sin tapujos un miembro de la curia-. El portavoz, el amable jesuita Federico Lombardi, y sus dos ayudantes, que no dan abasto a apagar fuegos, y que según se dice serán sustituidos en junio.

Los hombres de confianza son aún menos. El cardenal alemán Lehman, que culpó del desastre Williamson a los mensajeros; Bertone, el secretario de Estado, que también dejará su sitio pronto por edad. Antonio Cañizares, prefecto de la estratégica, según la visión de Ratzinger, Congregación para el culto divino. Y el lituano Audrys Juozas Backis, que suena para sustituir a Bertone. Demasiado poco para un hombre de 81 años con una enorme carga de trabajo. "El grado de complejidad del cargo, con 1.100 millones de católicos, 6.000 obispos en activo, relaciones ecuménicas e interreligiosas, viajes, encíclicas, y relaciones de Estado, es insostenible para un hombre solo, inteligente como Ratzinger o carismático como Wojtyla", dice Zizola.

Por eso hay muchos obispos en guerra. Mientras Ratzinger salta de un pantano a otro, la iglesia moderada, progresista y conciliar no aguanta más. Según Zizola, el poder del Opus Dei, como en tiempos de Wojtyla y Navarro Valls, sigue siendo enorme. Di Giacomo no cree que sea tanto. Pero la máquina de enredar está en marcha. Con el perdón a los lefebvrianos, el Papa ha despreciado a las corrientes de signo opuesto, especialmente a la Teología de la Liberación, que él mismo frenó hace 25 años. Al fondo, se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Pero eso lo decidirá la curia.

Comentarios

Ignacio,
Te encuentro mucha razón en que la Iglesia Católica a nivel de jerarquía, a perdido su norte. A ellos, los jerarcas de la Iglesia, los llamo los “Neofariseos”, pues se comportan igual o peor que los fariseos y escribas que tenían a sus feligreses sumidos en una pesadísima carga de reglas y preceptos, dejando de lado el verdadero mensaje de Dios, el amor. El mensaje de Jesús, era un mensaje de servicio hacia el próximo, desde lo más profundo de uno mismo, es decir, como tu mismo nos has enseñado, entregarse de dentro hacia fuera. El mensaje de Jesús era un mensaje de Amor, no un mensaje de normas, reglas o preceptos. Jesús es un verdadero ejemplo de ir por la vida “de dentro hacia fuera”, él mismo enseño que el Reino, el paraíso, la verdad o como quieran llamarle, se encuentre en lo más profundo de nuestros corazones, por lo que es ahí donde hay que buscar (ya haré un post en mi Blog al respecto).
Sobre el Papa, lamentablemente él, como muchos personajes que tienen grandes cargos de autoridad, ha caído en la “trampa del líder”. La trampa del líder se produce cuando por ejemplo, un grupo de personas, con tal de traspasar la responsabilidad de un problema, e incluso las tareas, denominan a otra persona como líder, con tal que éste les solucione el problema. Luego, si el “líder” no soluciona el problema, él mismo se transforma en el problema en sí, por lo que los seguidores querrán deshacerse de él. Creo que esto es lo que le pasa al Papa: fue puesto por su inteligencia, pero su actuar no ha sido el que los cardenales esperaban, por lo que de a poco lo han dejado solo. (En todo caso, tener mucha inteligencia, no es garantía ser un buen líder. La inteligencia es una habilidad dura, y como ya he dicho, son las habilidades blandas las que realmente hacen la diferencia.)
Por otra parte, el Papa al ser una autoridad, le es muy difícil ejercer Liderazgo, pues como he dicho en mi Blog, Liderazgo es ir contra la corriente, y la Autoridad no está para eso, sino para satisfacer a quienes lo pusieron en el cargo, no para cuestionar sus hábitos, conductas o valores.
Para terminar, aprovecho esta ventana para indicar la respuesta que muy sabiamente me dio un sacerdote amigo cuando le dije que yo no creía en la jerarquía de la Iglesia ni en muchos curas; él me respondió: “Yo tampoco creo en ellos; ni siquiera creo en el Papa. Yo solo creo y sigo a Jesús”.
Anónimo dijo…
IGNACIO estupenda tu pagina, felicitaciones
Anónimo dijo…
Recomiendo abiertamente este blog...es cautivante, es mi lectura dominical siempre.. Felicitaciones Ignacio.
Rodrigo:

Notable tu comentario. Respecto del Papa, me pregunto qué le dice su GPS interior, qué pasa con su Fuego interno que no se revela, que no se ve, ¿o está derechamente descontactado de su interior y atrapado en los laberintos de su mente?

Una gracia de los líderes es que se despliegan aún en las peores condiciones externas (políticas, sociales, organizacionales, económicas) y eso no se ve en Ratzinger. Tienes razón: es una autoridad y no es un líder.
Marcela Duarte dijo…
Ignacio,

Llegué a tu página por medio del Blog de Rodrigo y me da la impresión que ambos están super conectados en al menos, en la filosofía de ver desde una punto de vista y mirada positiva.

Te he leído a menudo, pero nunca había comentado antes en tu blog. Aprovecho la oportunidad de sumarme a lo que dice la persona "anónima", que tu blog es una rica lectura dominical, y esta en particular, se ve enriquecida con el comentario que te deja Rodrigo (casi parece otro post, jejeje).

Gracias por tus palabras y manera de expresarte, y por compartir tus pensamientos con nosotros.

Marcela.
Anónimo dijo…
Nacho,
Tiendo a pensar que el autor del texto que citas, tiñe temas complejos de los cuales, aún cuando coincido con su planteamiento, no sería tan aguda para calificar, puesto que estaría cayendo en el juego de ser mas "papista que el papa."
Hace un tiempo aprendí que aquello que detesto en una persona o actitud, etc , es porque veo algo mío reflejado en ello. Con la Iglesia es lo mismo, cómo podría entonces calificar con gruesos epítetos (i.e. Show de Truman) lo que yo misma(o) soy y no puedo o no se superar.
Este problema de "gallitos" de poder dentro de la jerarquía de la Iglesia, está presente desde su inicio. Sólo recuerda como se manejaban los obispos en la época de la inquisición, edad media, o de la colonización de América... que buen ejemplo es la película La Misión.
No acepto ni comparto la forma de Ratzinger. Dudo si es Carcelero o Prisionero de la Curia, lo que sí se es que, la Iglesia, al ser un cuerpo místico tiene mucho de humanidad imperfecta que nos afecta a varios y provoca el rechazo de otros y el asco también.
Es muy chocante ver realidades como Ratzinger las presenta, así descarnadamente... (homosexualidad, conspiraciones, políticas...) pero también es muy bueno saber que tiene la claridad para "Observar" sin comprometerse. Pero a la vez es justamente eso lo que extraño de este pontífice: El Compromiso Activo.
Lo que me causa mas rabia es saber que hay tantos de esos Neofariseos que Rodrigo describe, que hoy pueden comulgar y tantas otras personas que por mucho menos no podemos hacerlo.
Tantas otras que por religión no pueden hablar, como los tres religiosos que detuvieron en julio del 2007 por no adherirse a la Asociación Patriótica Católica China y porque son leales y obedientes al Papa Benedicto XVI, y tantos otros que pudiendo hacerlo prefieren callar.
Va mi voto de felicidad por los que se atreven a creer en la libertad, partiendo por la interior.
Carola Ortiz

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