Tepoztlán: como es arriba es abajo

Estuve 8 días en México, en la ciudad de Tepoztlán, el Valle del Elqui mexicano. Fui siguiendo mi GPS interior, a ratos reñido con mi racionalidad, aunque sus certezas han sido tantas y tan rendidoras que no estoy para cuestionarlo. Fui a un curso de Instructores del Método Cyclopea, llamado Activación de la Glándula Pineal. No sabia bien a qué iba, en el sentido que mi interés no es ser instructor del método. Raro entonces. ¿A qué fui? A buscar, en la certeza que en ese espacio y junto a Fresia Castro encontraría, como siempre, parte de las señales que han iluminado mágica y certeramente mi caminar de los últimos años.

Me encanta eso de ser un buscador que sigue su fe en lo aún no develado, eso que parece desorden y caos, y no es más que un orden complejo aún no resuelto a mis ojos humanos. Muchas cosas me hicieron sentido, otras se alejaron de mi vibración. Me conmueve ver la tranquilidad de 13 personas dispuestas a transmitir un método para el desarrollo de la creatividad humana, basada en los mecanismos creadores básicos de los que disponemos todas las personas. Hace sentirse acompañado, en este nivel.

Tengo que darme tiempo para que esas enseñanzas decanten y comiencen a tomar la forma de certezas que, fiel a mi naturaleza emprendedora, se concretarán en proyectos prácticos y aplicables al mundo que me apasiona: el de las personas que se articulan en organizaciones con sentido. Intuyo que parte de mi tarea es traducir este método poderosísimo al mundo empresarial. Lo digo experiencialmente y en primera persona luego de haber gozado y haberme sorprendido de sus efectos. Siento que tengo un rol de traductor de ese método y sus principios de vida trascendente, al mundo de las empresas, y a la vez ser una suerte de transmisor de esa vibración de alto nivel creativo a los espacios en que pasan muchas de las cosas en nuestro orden social actual.


Emocionalmente me salí del tiempo. Viví en un estado de gratitud y aprendizaje humilde, dejando de lado mis ideas previas y dejándome impactar por lo nuevo. Ante cada resistencia o duda de mi intelecto, lo enfrente tras la idea de "lo que se resiste, persiste", por lo que más que arriscar la nariz y pensar en que estaban equivocados, abría la puerta a ese aire fresco y diferente. Total, la sabiduría interior igual me llevará donde me haga más sentido.

Que raro esto de haber basado muchos años de mi vida en mi intelecto y de a poco comenzar a usarlo como un instrumento útil a fines superiores. Me sorprende siquiera constatarlo y parece dar cuenta de lo que me dijeron en la primera carta astral que me hice, en ese periodo de oscurantismo racionalista personal: "tú crees que tu principal talento es tu inteligencia, y si bien es poderosa, está mucho más atrás que tu fuerza emocional y de tu principal recurso: tu espíritu". En esa época quedé marcando ocupado. Hoy parece ir adquiriendo sentido. ¿Qué tal los caminos de la vida?

En Tepoztlán le pasé el dedo a la torta del cielo. Uffff, no es poco.