El dilema de las competencias intangibles

Trabajando en la universidad, con equipos de variadas empresas, y laborando intensamente conmigo mismo, constato que hay 3 niveles de competencias intangibles: las competencias técnicas, las competencias relacionales o interpersonales y las competencias del sí mismo.

Me impresiona que en mis relaciones con personas de estos mundos diferentes, el juicio que ellos hacen de mi trabajo depende del ajuste o desajuste entre la competencia que les muestro y la competencia que ellos esperan recibir. Por una parte eso es evidente. Por otra parte no lo es, pensando que los espacios de aprendizaje están en expandirse a lo aún no manifestado y adquirir competencias que hoy son potenciales y no se han actualizado.

Un ejemplo: en las clases que doy a nivel de magíster (con ejecutivos y alumnos en vías de titulación) la reacción de algunos alumnos es muy diferente cuando la sesión se articula para enseñar y compartir competencias técnicas a cuando se ofrece compartir metodologías para desarrollar las competencias más propiamente humanas, las de gestión del sí mismo. Me quedo con la sensación que cuando hablo "técnicamente" mi evaluación como profesor es buena, algo así como "eso es lo que esperamos de ti". Pero cuando les ofrezco trabajos para desarrollar su autogestión personal en el sí mismo, y reitero que hablo de algunos alumnos no de todos, la vibración que me llega es "este tipo no cumple con mis expectativas. Parece que el juicio que tenía de él no puede ser tan bueno, es cosa que mires esas metodologías "esotéricas" que nos propone". ¿Qué tienen que ver con las competencias fundantes de mi desempeño por las que mi empresa me paga o me pagará?

Lo notable es que supongo que creen que el juicio de mi contribución se juega en este nivel y no en la oferta deliberadamente diseñada para el aprendizaje de estos mismos alumnos, sin percibir que ese juicio habla del observador que ellos son más que de mis competencias como profesor. Fenomenológicamente me declaro sorprendido y balanceándome en ese delicado equilibrio de entregar espacios de aprendizaje en los 3 niveles de competencias, según la percepción contingente de las necesidades de mis alumnos.

Y aquí aparece una de las perversiones de algunos sistemas de evaluación de cursos (en empresas y universidades), que al ponderar a veces en más de un 50% la opinión de los alumnos, institucionaliza un cortoplacismo pasmoso en las actividades de desarrollo de competencias humanas, que todos saben o intuyen que están en permanente desarrollo a lo largo de muchos años, asentado la lógica de que "algo sembrado hoy, en ocasiones sólo da frutos muchos años después" y no siempre ello es distinguido por quien vivió el cambio. En otras palabras, por ser fiel al enfoque educativo y empresarial que sostengo, debo pagar algunos costos por la miopía en el diseño e instrumental de sistemas de evaluación concebidos en lógica de rating y popularidad, y no en lógica de formación de personas. Aquí emerge un dilema inncesario.

En las empresas, lo mismo. Los requerimientos son mayoritariamente de desarrollo de competencias técnicas, cuando los estudios de organizaciones exitosas muestran masivamente que lo técnico es un piso clave aunque cada vez más imitable y menos diferenciador, y que es el desarrollo de las competencias interpersonales (coordinación de acciones y efectividad grupal) y competencias del sí mismo (capital intelectual, gestión del conocimiento, talento e inteligencia emocional, entre otras ideas en boga) donde pivota la diferenciación de resultados y la creación sostenida de valor económico para las empresas, de valor cultural para las organizaciones y grupos, y de valor personal para los humanos.

Me pregunto qué hacer. Sabemos que el cambio deviene por 2 vías: por convicción y desde estados emocionales expansivos o por crisis, pérdidas o angustia desde estados emocionales contractivos. Percibo que son escasísimos los líderes visionarios que toman las banderas del cambio para ir por más resultados, desde la convicción de un mundo mejor, refiriéndome a un mundo organizacional de excelentes resultados económicos y ello fundado en una gestión inclusiva y respetuosa de las personas, y la sustentabilidad de recursos. En otras palabras, qué lograr en las organizaciones depende de cómo hacerlo, en lo que postulo como sistemas de gestion organizacional humana.

¿Será que debemos mostrar la crisis, amplificarla y vociferar sus pestes y efectos para generar angustia en los accionistas y ejecutivos de empresas, antes de ofrecer metodologías de desarrollo de competencias? Si alguien tiene una idea menos básica, le agradeceré me la comenté desde la positividad constructiva. O si se prefiere, ¿cómo resolvemos este falso dilema entre competencias técnicas y competencias relacionales y del sí mismo?

Comentarios

Anónimo dijo…
Estimado Ignacio:
- Soy uno de tus alumnos del master 2006 de RR.HH, pero uno a quien sí le hizo sentido compartir tus reflexiones y metodología.
- Realmente disfruté tus clases, porque creo que apuntan al real significado de un postgrado, que es la reflexión, la decantación, la profundización de lo experimentado, de lo vivido, de lo sufrido y disfrutado en la vida profesional.
- Por ello no me hace sentido la moda relativamente reciente, de prácticamente todas las Universidades, incluida la UAI, de incluir estos postgrados como un "combo" agregado artificialmente a las carreras de pregrado. Valoro la capacidad e inteligencia de nuestros jovenes profesionales, pero no tiene sentido (salvo vestir un curriculum) agregarles un postgrado a quienes no terminan el pregrado y por lo tanto no han podido experimentar y aplicar lo aprendido aún.
- Las Competencias "Técnicas", como bien saben todos quienes ya se han aporreado con la vida real (profesional y privada), tienen un impacto menor ó ninguno en relación a las denominadas "Blandas", pero que son lo suficientemente "Duras" para hacer que las cosas realmente ocurran, inspiren a equipos, movilicen voluntades y venzan resistencias.
- Normalmente las competencias técnicas se desvalorizan rápidamente, pero quienes dominan las competencias humanas (relacionales ó de la gestión del sí mismo)las conservan de por vida.
- En realidad, muchos de tus alumnos disfrutamos tus clases, las que fueron un real aporte a la reflexión y a la discusión académica, profesional, intelectual y humana, y francamente desconozco cuantos fueron los decepcionados, pero algunos hubo de acuerdo a lo que señalas.
- Sin embargo, estimado Ignacio, eso no debe frustarte ya que Colón no hubiese descubierto América si sus sueños hubiesen sido previamente "evaluados" por sus cercanos. El liderazgo, de cualquier tipo, es justamente eso: imaginar el futuro y aquello que aún no existe para crearlo.
Un abrazo,
Anónimo dijo…
He leído y reflexionado con atención tu propuesta en el artículo publicado el 7 de agosto respecto de las competencias del “sí mismo”.

Quiero expresarte que lo que más me gusta, de lo que distingo como una “aparentemente sencilla” propuesta, abre un espacio muy grande de reflexión respecto de las implicaciones (o implicancias como dicen en Chile), tanto de la formación ya sea profesional o para el trabajo, como en la gestión del desarrollo de las personas en las empresas.

Parece que el desafío más grande que tiene el hombre sigue siendo dar con él mismo. Es decir, que las competencias que propones del “sí mismo” son competencias que se “asumen” y que al asumirse se desaparecen de nuestro ángulo de observación y reflexión.

Si bien es cierto que las competencias técnicas nos dan el “piso” que mencionas en el artículo, me parece que son sólo las competencias que planteas como intangibles, las que francamente tienen que ver con la “persona” (y no en genérico sino particular) y las que hacen la diferencia entre un estudiante y otro, un profesor y otro, un gerente y otro. Y las consecuencias de su presencia o ausencia escriben el ayer y el hoy por donde transitan los eventos humanos que construyen el día a día EN cada sujeto (y no fuera de él). El evento PERCADE realizado el pasado jueves y viernes que tocan el tema específico de la innovación en Chile ofrecieron un refuerzo reflexivo en este sentido.

Simplemente para agradecerte la oportunidad de haber leído tu escrito y haberme enriquecido con tu aporte y esperando seguir construyendo un marco de desarrollo profesional, para docentes y para colaboradores de las empresas que instale en este país una capacidad de comprensión de la calidad EN las personas y a partir de ellas construir espacios de desarrollo en este país.
Anónimo dijo…
Lo acabo de leer y lo encontré buenísimo. Felicitaciones !!!!
Claro que hay muchas cosas que no entiendo.
¿Te puedo preguntar?
Se los voy a dar de lectura obligatoria a pre grado.
Anónimo dijo…
Hola Ignacio... me encanto el articulo que enviaste, es cierto que no todos
los talleres de la gestión del sí mismo nos han hecho sentido, creo que cada
persona es distinta y tiene canales o vias para gestinarse más habilitadas
que otras, en lo personal me gustan tus clases y las sesiones de integración
siempre se me hacen pocas y cortas(no es de patera). bueno queria contarte
que las sesiones de biodanza fueron muy buenas ya que el grupo de personas
que asistimos nos pudimos conocer mucho más y estamos viviendo una
experiencia de grupo muy rica dificil de dscribir que yo nunca habia vivido
en la universidad y me da mucha alegri que se dé en este último año y tengo
la sensación que perdurará en el tiempo...incluso me da pena que se termine
el magister, se me ha hecho corto.
que estes muy bien
Anónimo dijo…
Ignacio, súper interesante el artículo. Me pregunto cuáles son las formas de gestionarse a si mismo. Me pregunto, sobre todo, si en una clase acerca de competencias técnicas, no existe el espacio (creado individualmente por cada uno) para gestionarse a si mismo al mismo tiempo.

Felicitaciones por tu artículo. Muy bueno y certero; abre muchas posibilidades para pensar y pleantearse temas.
Anónimo dijo…
Estoy muy de acuerdo con lo que planteas. El tema de las expectativas me parece muy poderoso, pues la concepción de “profesor” arraigada en la cultura es muy tipificada y estereotipada. No cabe duda de que las diferencias de actitud respecto de a la “teoría” y la gestión del sí mismo era algo previsible. Después de todo, el estilo del Magíster es innovador, diferente y nuevo, por lo que me parece esperable ciertas reticencias al cambio. Por otro lado, quiero aportarte con un granito de arena, que va en la misma línea de lo que planteas, pero visto desde otro punto de vista.

Desde mi perspectiva, el gran tema a veces no pasa por un aburrimiento o indiferencia frente a la gestión del sí mismo, sino que más bien, por las estrategias que se utilizan. Lo que yo veo es que muchas veces las estrategias no nos resuenan (el ejemplo más claro, y tu ya nos lo has manifestado, es la glándula pineal!). Hay otras, como la biodanza o la dinámica del “donde estoy?” que de verdad han sido muy enriquecedoras. Entonces, pienso que el tema a veces no pasa por no tener interés por la autogestión, sino simplemente que no se establece la conexión entre la persona y la dinámica. Después de todo, como diría el gurú Echeverría, somos todos distintos observadores!! Igual, pienso que es posible que no tengamos esta visión “a largo plazo” respecto de, por ejemplo, la glándula, pero se hace difícil si no resuena. Sea como fuere, sigo “alineado” con lo que estamos haciendo entre todos, aunque a ratos el proceso sea algo más lento de lo que me gustaría.

Muchas felicitaciones por tu publicación…
Anónimo dijo…
me encantó el artículo que escribiste sobre "el dilema de las competencias intangibles...."
Anónimo dijo…
Wow, que power... da mucho qué pensar.

Con respecto a las últimas interrogantes expuestas en el artículo, una aproximación sería... qué se quiere conseguir al final y qué camino tomar para ello.... o me hago el tonto y sigo luchando contra la corriente, o me adecúo a ella... Ojalá llegar al punto de equilibrio entre ambas. Me imagino que ud. mismo se encuentra en su búsqueda.

Gracias por compartir su punto de vista desde lo profundo de su ser, tanto como profesor, como profesional y ser humano.
Anónimo dijo…
FELICITACIONES. Está claro que hay personas que están en la misma sintonía reflexiva que tú. Y me alegra un montón que te lo hagan saber, que rico es recibir comentarios así. No dudo que recibirás muchos más. Tu onda expansiva, expande a muchos otros, lo sabes. Por eso, no dejes de "practicar" uno de tus dones: escribir.
Anónimo dijo…
Me siento comprometida a contestarle, ya que concierne a todo el grupo del Magister, en especial a aquellos creo yo, que no consideran relevante o no ven la seriedad que puede tener este tipo de talleres exploratorios del sí mismo. Considero que su visión de lo beneficioso que es esto para nosotros, coincide con mis creencias acerca de esta carrera por la que optamos. Por lo menos yo, opté por una opción distinta para el campo de las empresas, para poder incorporarme a él con una nueva propuesta diferente.
Anónimo dijo…
QUE TOP !!!!ME ENCANTA !!!
Anónimo dijo…
¡Bueeeennaaa!
Anónimo dijo…
El trabajo silencioso, con la convicción del amor al prójimo no puede pasar ausente, sin que rompas barreras donde la inteligencia racional y los éxitos
materiales son el principio de la vida...pero existen otras respuestas ante las
inquietudes personales, y esas son las que ofrecen en cada oportunidad cuando se entrega el alma.

Sigue con tu impetú, sigue con tu amor...
Gracias Alejandro. Me emocionan mucho tus palabras, me dan fuerza y renuevan mi inspiración para mantenerme en este camino que me sale de mi esencia. Muchísimas gracias.

Un abrazo

Ignacio
Raimundo C. dijo…
Cita. Alejandro Jahn : "no me hace sentido la moda relativamente reciente, de prácticamente todas las Universidades, incluida la UAI, de incluir estos postgrados como un "combo" agregado artificialmente a las carreras de pregrado. Valoro la capacidad e inteligencia de nuestros jovenes profesionales, pero no tiene sentido (salvo vestir un curriculum) agregarles un postgrado a quienes no terminan el pregrado y por lo tanto no han podido experimentar y aplicar lo aprendido aún."

No pude evitar sentirme tocado por este comentario; mi caso es el de uno de los cientos de alumnos que están haciendo el "combo" del Magister en Quinto año.
La verdad es que, en parte, encuentro que es un comentario acertado, pero sólo si nos quedamos en la idea de que un Magister es simplemente una instancia para profundizar Competencias Técnicas (de las cuales ciertamente carezco en profundidad), caso en el cual, una mayor cantidad de experiencias, logros y fracasos en la vida "real" del trabajo, hacen más enriquecedor un postgrado, con el fin de adoptar mejores prácticas de gestión, evitando volver a tropezar con las prácticas que en su momento no funcionaron.

Ahora, si un Magister es capaz de entregar una instancia de autoconocimiento que permita generar un piso personal desde el cual hacer gestión de forma coherente conmigo mismo, independiente de qué tipo de gestión o con qué herramientas se haga ésta, se acaba de cierta forma la necesidad de tener experiencias laborales (fuera de las prácticas profesionales), para sacarle el máximo provecho a un postgrado.

Aquí comienza a tomar sentido la coherencia interna que se va adquiriendo a partir del conocimiento personal para, una vez que en la vida laboral vayan surgiendo los momentos críticos, saber desde dónde se está parado haciendo gestión y no sólo aplicando herramientas que un Magister de moda y la propia experiencia laboral (no blanda) me han dicho que funcionan, sin plantearme mayormente (e internamente) el tema del por qué estoy gestionando de la forma en que gestiono.

Y me parece que para esto, no es necesario tener una larga historia laboral.

P.D.: Gracias Ignacio, porque siento que tu Magister me ha entregado una instancia donde poder conocerme y saber qué tipo de gestión quiero hacer, independiente de las herramientas a utilizar.
Gracias por todo.

P.D. 2: No es mi intención entrar en discusiones, solamente, como dije al principio, me sentí tocado y mi Sensación Sentida me "obligó" a responder...
Saludos,

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