Un estudio a la empresa chilena actual


Termino de leer la investigación de Claudio Ramos publicada en el libro La transformación de la empresa chilena, por Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Es una interesante mirada a la realidad de la empresa chilena y permite derribar el mito de la buena salud general de las empresas en Chile.

Nos permite ver que hemos tenido un sesgo perceptivo para concentrarnos en las empresas más grandes y con las mejores prácticas en gestión de personas, que están en los medios por los logros en los diferentes rankings que participan o su buena capacidad de comunicar las estrategias efectivas que ejecutan.

Este estudio científico nos vuelve a la realidad, con una muestra representativa del universo de empresas chilenas. El rasgo central es la precarización del empleo y de las condiciones de trabajo, tan básicas como la falta de condiciones mínimas para trabajar, el no pago de imposiciones, largas jornadas de trabajo (muchas veces sin pago de horas extras) y desprotección de muchos trabajadores ante accidentes del trabajo.

Otra característica masiva es el estilo de mando vertical y autoritario. No tendremos el desparpajo de decir estilo de liderazgo, pues no está en el foco de la mayoría de los jefes la importancia de la motivación, de la conectividad y del trabajo en equipo. Aplican el viejo perfil de capataz y patrón de fundo, donde el miedo es el conductor del modo de mandar.

Si bien el estudio releva el aumento sustancial de la capacitación en Chile (concentrado en temas técnicos y algo en liderazgo y trabajo en equipo), su influencia es prácticamente nula para generar cambio conductual observable en cómo mandan los jefes. A pesar de los esfuerzos de varias empresas, el estilo cultural imperante de jefatura sigue siendo el arquetipo de la línea de mando militar, donde se obedece y no se discute, la persona es un recurso desechable, prima la jerarquía por sobre todo, las diferencias son extremas (por injustas que sean), el maltrato es frecuente, la amenaza de despido es latente ante cualquier reclamo y se observa baja reflexividad estratégica.

Revela que los esfuerzos han estado en crear empresa y generar riqueza, a costa de los trabajadores en la gran mayoría de las empresas, es decir, pequeñas y medianas empresas, el motor de la actividad productiva en Chile. Pasar al estadio superior de preocuparse de las personas, sus condiciones de trabajo y su desarrollo es una realidad para el 15% de las empresas chilenas y una falacia para el restante 85%.

La mayor debilidad que reveló el estudio es el poco uso de las capacidades de las personas en su integralidad y el escaso desarrollo de las redes de colaboración, tanto intra-organizacionales como con externos. La baja conectividad es uno de los predictores de los malos resultados sistémicos perdurables.

No es el panorama que nos hemos ido imaginando o que nuestra percepción selectiva ha ido construyendo a partir de la visión que transmiten las autoridades de cualquier gobierno, lo que enseñamos en las universidades y lo que promueven los consultores. Es una ruda constatación de la realidad actual del trabajo en Chile, que nos impulsa a ampliar y extender la consciencia de esos miles de pequeños y medianos empresarios sobre las claves humanas para darle sustentabilidad a su organización en el largo plazo.

Queda claro también que la certeza a la que arriban las empresas con alto grado de profesionalización en la gestión de personas (las personas están al centro de la gestión y son la razón causal de la generación de buenos resultados) es una utopía hoy para la gran mayoría de ejecutivos y jefaturas, profundizando el desafío de transformación de quienes trabajamos en estos temas.   

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