El legado de Bielsa
Ayer martes 3 de noviembre, Marcelo Bielsa nos regaló una conferencia de prensa de antología, donde en más de dos horas, y con plena conciencia del momento que vivía, dejó su legado para la historia. No es un legado remitido a lo futbolístico. Es un legado existencial, un concentrado de sus convicciones y valores para vivir la vida.
Bielsa es un ejemplo de innovación personal, autoliderazgo y gestión del sí mismo. En él destaca su pensamiento autónomo y un profundo nivel de reflexividad. Su amplitud de intereses y su lectura permanente revelan una actitud de cuestionamiento sistemático a sus paradigmas, verdades y puntos de vista. Ayer declaró en varias ocasiones sus incompetencias e involuciones, señal inequivoca de la humildad y el crecimiento personal. Mientras más avanzo, más me siento parte de un todo inmenso, lo que conecta con la sensación de pequeñez y, paradójicamente, del propio poder. A esto agréguele sentido del humor, sensibilidad afectiva, vocación social y un pensamiento socio-político claro y desarrollado.
Todo se sintetiza en una convicción y certeza en el propio camino que conmueve, el camino interior de la automaestría. Bielsa encarna los valores de los líderes para otros: humildad, férrea determinación y la perseverancia obsesiva. Sabe lo que quiere y lo ejecuta con detallismo, con amor por la tarea y con pasión por la impecabilidad y el trabajo bien hecho. Su felicidad está en el proceso de ejecutar lo que quiere con maestría y perfeccionismo.
¿De dónde saca Bielsa esa convicción? De su sentido social y de trascendencia. Aceptó la visionaria propuesta de Harold Mayne-Nicholls pues quería generar un cambio cultural en la mentalidad del futbolista chileno y, si las condiciones se daban, expandir su visión y ética del trabajo a la sociedad chilena. Ese motor de sentido lo hizo moverse.
Sus resultados están a la vista. En los números, segundo en las eliminatorias, un mundial correcto y el producto "selección" con un alto valor. En lo intangible regaló satisfacción y alegría a miles de chilenos, el placer de ver al equipo siempre al ataque, con convicción, dejando el alma en la cancha y con una certeza impresionante en los propios recursos y fortalezas. Y como dice la publicidad, eso no tiene precio. Un tercer resultado fue la creación y ampliación de posibilidades, ya sea para los futbolistas de la selección, como a las selecciones menores que gozan del mejoramiento de Pinto Durán.
Me impresionó el énfasis que hizo Bielsa en la confianza como generadora de equipos y de posibilidades. Se supo un productor de experiencias y un generador de condiciones para el alto desempeño. Ejerció su autoridad en atmósferas positivas, como relatan los jugadores.
Lo curioso es que lo apodan "Loco", como a casi todos los innovadores, los que a punta de convicción siguen su GPS interior y enfrentan las estructuras y resistencias socio-culturales. Cuanta madurez y evolución en Bielsa, cuanta felicidad en su actuar. Así da gusto ser loco, la locura de la fidelidad a sí mismo, con humildad y autocuestionamiento permanente.
La identificación y el dolor de miles de chilenos por su partida es porque Bielsa simboliza lo que todos querríamos como padre o como jefe. Un líder firme y cariñoso. Firme, exigente, que te lleva a tus límites y te exige resultados, en un ambiente de confianza, positivo, que cree en tus capacidades y siempre te apoya. Que legado. Una clase de liderazgo.
Cuando sea viejo podré contarle a mis nietos que yo viví el tiempo de Bielsa, ese tiempo en que desde el fútbol nos sentimos orgullosos de ser chilenos. Al artífice y estratega de todo esto, Harold Mayne-Nicholls, le dedicaré otro post. Gracias Harold, gracias Bielsa.




Comentarios
Lamentablemente en el caso de Harold, siendo él el GRAN artífice de todo este proyecto, solo le faltó un pequeño pero gran detalle: Subirse al balcón.